Precisamente uno de los pilares de la democracia es la desconfianza hacia el que detenta el poder, pues puede correr el riesgo de caer en la tentación de abusar de él, y, por ello, existe la división de poderes, tan desdibujada en nuestra España, y la obligación de informar y ser transparentes los poderes públicos.
Y aquí está el primer problema con el que nos encontramos, con el de la información. El domingo 16, quien compró un periódico de tirada nacional se encontró con un ejemplar del citado tratado; 174 páginas de apretada letrilla digna de lupa, pero que afortunadamente no lo son in folio. Para estar informado ha habido que comprarse un periódico y, además, el ciudadano va a tener que leer un librito de no reducida extensión, lleno de tecnicismos y con una redacción a veces tortuosa y otras muy alejada de un español medianamente digerible. Junto a estas dificultades iniciales, está la campaña gubernamental, a la que solamente le falta entregarnos un sobre con la papeleta del sí dentro. Creo que sería interesante sumar todos los artículos que aparecen citados en estos anuncios para sopesarlos con el total del tratado, al final, estoy convencido, resultaría un porcentaje minúsculo en comparación con el texto completo. Claro que no todo es la cantidad, también cuenta el qué se ha dejado de decir, lo que se ha silenciado, porque las verdades a medias son siempre grandes mentiras, pues lo parcial se convierte en paño que vela el resto.
Pero, como el lector de este periódico no es partidario de hacer uso, en estos asuntos, de la fe del carbonero y yo tengo la funesta manía de buscar la verdad, me he determinado, hasta la fecha del referéndum en el que no vamos a refrendar nada pues es meramente consultivo, a dedicar el articulo semanal a ir comentando algunas cuestiones que son, en mi modestísima opinión, de suma importancia y sobre las que estoy convencido de que los partidos políticos y el gobierno van a pasar sobre ellas, en el mejor de los casos, de puntillas.
Pero no solamente ellos, casi todos los articulistas de prensa, por razón de su especialización en la materia política, pasarán de largo las cuestiones más estrictamente religiosas. Incluso es posible que podamos llegar a pensar que lo único importante en este asunto era lo de que apareciera o no, en el preámbulo del tratado, la mención explícita de las raíces cristianas de Europa. Claro que más importante que una mención explícita, que muchas veces puede quedar en lo honorífico, es que esos valores de la herencia cristiana estén realmente presentes y vivos en el texto, muy en especial en la parte segunda llamada "Carta de los derechos fundamentales de la Unión". Las cuestiones políticas son ciertamente muy importantes, pero hay cosas más decisivas en la vida y para las cuales está la política.