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CINE

Antes que el diablo sepa que has muerto

Son muchos los críticos que han acogido este film de Sidney Lamet como uno de los mejores de la temporada. Se han deshecho en elogios a la interpretación de los actores, al tratamiento cronológico y a la puesta en escena, que sin duda son formidables. Pero también hay que decir que estamos ante una de las películas más duras y terribles de toda la década.

Son muchos los críticos que han acogido este film de Sidney Lamet como uno de los mejores de la temporada. Se han deshecho en elogios a la interpretación de los actores, al tratamiento cronológico y a la puesta en escena, que sin duda son formidables. Pero también hay que decir que estamos ante una de las películas más duras y terribles de toda la década.
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Andy y Hank son dos hermanos de clase media. Andy es un hombre de negocios sin escrúpulos, adicto a la heroína y que arrastra un matrimonio ya rutinario. Hank está divorciado y no le llega el dinero para pagar la pensión de su ex mujer y su hija. Ambos deciden hacer dinero a toda costa con la ilusión de que ello les cambiará la vida definitivamente. Juntos conspiran para llevar a cabo el golpe perfecto: atracar la joyería de sus padres a las afueras de Nueva York. Nada de pistolas, nada de violencia y nada de problemas. Pero las cosas no salen como proyectaban.

Con 84 años a sus espaldas y 70 producciones cinematográficas y televisivas a sus espaldas, el veterano y reconocido director Sidney Lumet nos hunde en el abismo del mal con su última película. Desde el esquema de una tragedia griega Lumet hace un terrible recorrido por las consecuencias últimas de la deconstrucción familiar. Aquí no se trata de una familia rota, sino una familia "normal", pero con rencores, desafectos sin resolver, y con muy poca cercanía humana. Es una familia que se autodestruye, como Saturno devorando a su hijo; una familia en la que nada de lo que ocurre es justo, nada tiene que ver con la misericordia ni con el perdón. Por el film desfilan todas las lacras de la sociedad post-industrial: el afán incontrolado de dinero, el recurso a las drogas y al alcohol como fórmula para afrontar las circunstancias duras, el divorcio, el adulterio, la estafa... y todo ello herméticamente envuelto en un celofán de soledad radical.

Unas vidas fracasadas porque están heridas por el desamor y la incomunicación. Hubiera bastado un abrazo verdadero para las cosas no se hubieran precipitado de la forma en que lo hacen. Ciertamente la autodestrucción familiar no es algo nuevo. Caín mató a Abel. Y eran los primeros hermanos de la historia. Pero hoy es inclinación oscura del corazón humano se ve espoleada y potenciada por la promesa de un mundo feliz al que sólo se accede con dinero.

Marisa TomeiPhilip Seymour Hoffman y Ethan Hawke encarnan con maestría a estos hermanos que deciden descender a los infiernos. Al igual que Cassandra´s dream, de Woody Allen, y de La soga, de Hitchcock, uno de ellos mostrará su debilidad ante los gritos de su conciencia, es decir, mostrará su dignidad. El otro se agarrará a la pretensión de autosuficiencia hasta su destrucción. La bella Marisa Tomei hace de esposa de Andy y amante de Hank, y encarna la patética y comprensible figura de una persona que mendiga afecto a cualquier precio. Por fin, el gran Albert Finney representa al padre de ambos, un buen marido y peor padre, que es capaz de llevar hasta el fondo el reto de su paternidad.

En definitiva, el film ilustra con inteligencia –y mucha, mucha dureza– las raíces de un nihilismo que no tiene orígenes ideológicos, sino afectivos. Y es que el hombre está hecho para ser acogido. Si no, se vuelve loco.

El guión es de Kelly Masterson, que debuta como guionista, después de una premiada carrera teatral y de haber abandonado el seminario franciscano poco antes de su ordenación. Un guión que le ha supuesto importantes nominaciones en prestigiosos certámenes, como por ejemplo en los Independent Spirit Awards.

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