Menú
ESPÍRITU 13-M

Buenos y malos espíritus en la vida pública

Tengo un amigo, estudioso de cosas raras, que sostiene la curiosa teoría según la cual hay tres clases de espíritus: espíritus buenos, espíritus malos y el espíritu Rubalcaba. Se trataría de especies fácilmente identificables por sus frutos, en diferentes escenarios de la vida pública. Entre todos destaca, últimamente, una clase de espíritu altamente dañina: el espíritu 13-M. ¿Cómo se manifiesta?

Tengo un amigo, estudioso de cosas raras, que sostiene la curiosa teoría según la cual hay tres clases de espíritus: espíritus buenos, espíritus malos y el espíritu Rubalcaba. Se trataría de especies fácilmente identificables por sus frutos, en diferentes escenarios de la vida pública. Entre todos destaca, últimamente, una clase de espíritu altamente dañina: el espíritu 13-M. ¿Cómo se manifiesta?
El espíritu del 13-M en estado corpóreo

Cuando a un acontecimiento, personaje, lugar, documento, fecha, etc., va unido un significado especial, queda recogido bajo la expresión "el espíritu de lo que sea". Cuando un suceso deja una impronta especial en la historia de un pueblo, por ejemplo, la transición a la democracia y la aprobación de la Constitución, lo definimos como el espíritu de la Transición. O si nos referimos a los cambios no menos significativos, marcados por el discurso de Arias (1974) que puso las bases para la apertura controlada de la dictadura, hablamos del espíritu del 12 de febrero.

Siendo así, tenemos la historia llena de "espíritus": buenos, malos, mediocres, regulares y raros. Por los frutos los conoceréis. Porque tienen un carácter especial, imprimen un dinamismo singular, o marcan un antes y un después, algunos de los acuñados son como síntesis de códigos éticos o auténticas señales luminosas que merecen ser recordados. Cómo no, "El espíritu de las leyes", en el que Montesquieu publicó su teoría de la ley y de la separación de poderes, o "La ética del protestantismo y el espíritu del capitalismo" de Max Weber. Como, cuando se quiere hablar del comportamiento de bondad y generosidad, se apela al espíritu de la Navidad; si queremos referirnos al modelo de conducta no violenta, unos apelamos al espíritu de las bienaventuranzas, y otros apelan al espíritu de Ghandi.

Cuando el 12 de julio de 1997, ETA asesinó al Concejal del Partido Popular, Miguel Ángel Blanco, la sociedad española reaccionó. Había nacido el espíritu de Ermua, frente al espíritu del terrorismo (Jean Braudillard). Hoy, del espíritu de Ermua al espíritu de Perpiñán, media entre ambos la traición, la ignominia y la deslealtad. También el espíritu patrio perdió vigor ante la fragmentación fraudulenta del sentido de la patria como comunidad humana.

¿Qué pasa con el espíritu 13-M? Basta recordar lo que pasó en esa fecha del año 2004, con las familias todavía llorando e identificando a las víctimas de esa diabólica masacre en los trenes de Madrid. En plena jornada de reflexión, rompiendo con todos los escrúpulos morales y jurídicos, un grupo de individuos y medios se dedicaron a sembrar la calumnia y a despertar el odio, que se tradujo en el asedio a las sedes del Partido Popular, a la vez que otros se encargaban de ir poniendo pruebas falsas para ir dirigiendo la masacre hacia el resultado de un verdadero golpe de Estado. Acababa de nacer el espíritu 13-M. Es el espíritu de la mentira, la manipulación, la calumnia, el juego sucio y la destrucción del contrario como sea.

Juan Luis CebriánPronto identificamos que ese espíritu es el que se reproduce con facilidad en bastantes medios de comunicación, en la manera de afrontar las investigaciones sobre el 11-M, en el esclarecimiento de la muerte de once personas en el incendio de Guadalajara, en la explicación de la muerte de los soldados en el ataque a un helicóptero en Afganistán, en la detención ilegal de militantes del partido de la oposición, y, temo que no será la última, en la campaña del referéndum del nuevo Estatuto de Cataluña.

El 13-M del 2004 percibí que teníamos una oposición más preocupada en rentabilizar la masacre para conquistar el poder que en ayudar al Gobierno legítimo a esclarecer los hechos y a mantener la normalidad democrática. Hoy tenemos una oposición pidiendo explicaciones y un Gobierno ocupado en minimizar los atropellos terroristas y negándose a contestar a las preguntas de la oposición. El que aquel 13-M, rompiendo la legalidad que regula la jornada de reflexión, decía que "queremos saber" y "España no se merece un Gobierno que miente", hoy tiene la oportunidad de decir lo que sabe sobre las 215 preguntas relativas a la oscura investigación y a las pruebas falsas fabricadas para engañar, entonces, al Gobierno, y posteriormente al juez y a los ciudadanos.

Padecemos demasiados malos espíritus en la vida social, política, económica y cultural. Hay que erradicarlos, sobre todo los que se alimentan del espíritu 13-M. Si escribo, "insistentemente" según algunos amigos lectores, sobre la masacre del 11-M, es porque constato que hay personas preocupadas y comprometidas, en unos casos, en rodearlo de confusión y mentira, y en otros, en olvidarlo. Que nadie se lleve a engaño, el 11-M dinamitó el espíritu de la Transición, que fue espíritu de reconciliación, de cooperación y de purificación de la nuestra historia cainita. A partir de ahí, van cayendo, dinamitados por la onda expansiva, la Constitución, el Estado de Derecho, el Estado de las Autonomías... y lo que queda por ver. El espíritu 13-M no conoce el valor moral y moralizante de la democracia, la convierte en un simple campo de juego donde los ciudadanos se cuentan como cantidades y sumas, en función del poder por el poder, no como personas.

La última manifestación de tal espíritu se está dando en Cataluña. Hay muchos miles de ciudadanos, incluidos los obispos catalanes, Ciudadans de Catalunya y muchas organizaciones sociales, que están en contra del nuevo Estatuto. El eslogan elegido por los socialistas parece dictado por el espíritu 13-M, por el espíritu de secta; es un ataque no sólo a los votantes del Partido Popular sino a todos aquellos que, dentro y fuera de Cataluña, amamos al pueblo catalán, su historia, su lengua y su cultura. Pregunto: si procede de un espíritu bueno lo que defienden, ¿por qué recurren al juego sucio y a la destrucción gratuita del contrario? El del 13-M es un espíritu malo y perverso, que engendra perversidad política, como la mentira engendra mentira.

Yo me quedo con el espíritu de la Transición y el espíritu de Ermua, porque ambos se identifican más con el espíritu de las bienaventuranzas.

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII"
0
comentarios