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ANTEPONER LO COMÚN

Carta a las Iglesias en Cataluña (I)

Queridos hermanos y amigos. Sentí la necesidad de escribiros porque sé muy poco de vosotros y, sin embargo, se habla mucho de vuestra Comunidad. Los acontecimientos de la etapa histórica que os ha tocado vivir generan mucha inquietud y desasosiego en el resto de esta España nuestra. Un proyecto que está siendo llevado adelante con tanta represión de la libertad de información y opinión no puede ser bueno para un pueblo. Toda persona de buena voluntad comprenderá nuestra inquietud y no ahogará nuestra voz.

Queridos hermanos y amigos. Sentí la necesidad de escribiros porque sé muy poco de vosotros y, sin embargo, se habla mucho de vuestra Comunidad. Los acontecimientos de la etapa histórica que os ha tocado vivir generan mucha inquietud y desasosiego en el resto de esta España nuestra. Un proyecto que está siendo llevado adelante con tanta represión de la libertad de información y opinión no puede ser bueno para un pueblo. Toda persona de buena voluntad comprenderá nuestra inquietud y no ahogará nuestra voz.
Iglesia de Sant Climent de Taüll, en Lérida

Nos une una misma condición de ciudadanía de esta patria milenaria, aunque nos sintamos ciudadanos del mundo y hermanos en la única familia humana. Nos une también una misma fe que nos congrega en la comunidad eclesial. Con lazos de unión tan profundos, entre nosotros no existen fronteras ni disputas por territorios. Anteponer lo diverso a lo común que nos une es como anteponer una opción particular al bien común. Defender lo que diversifica es importante, porque la diversidad nos enriquece y nos identifica más a cada uno; pero cultivar lo que es común y nos une, nos enriquece y fortalece mucho más, porque nos constituye en un pueblo más solidario y más cohesionada nuestra convivencia.

De todos es conocido que en toda la Nación se habla de vuestra Comunidad Autónoma a raíz de un nuevo proyecto de Estatuto, que plantea graves problemas contra la Constitución, la norma que rige la vida política y ciudadana de todos los españoles. Nos causa una honda preocupación y un gran desasosiego el que una clase política, envuelta en tantos indicios de corrupción y despotismo, rompa el Pacto Constitucional que nos llevó por el camino de la democracia, el progreso y el bien estar en los últimos treinta años.

Maragall, Zapatero y Carod RoviraHe estudiado el proyecto de vuestro Estatuto y quiero deciros que no me gusta nada, no por cuestión de gusto, sino porque contiene planteamientos radicalmente contrarios a las bases de la convivencia plural; porque rompen con nuestra historia común; porque exponen el derecho sagrado de la vida, de la libertad de conciencia y de religión, de enseñanza y de educación, de información y expresión, que son derechos inalienables de la persona, al intervencionismo y a la arbitrariedad del poder político gobernante. Quiero deciros que no comparto la política de exclusión y aniquilamiento que se está practicando con los que, dentro y fuera de vuestra Comunidad Autónoma, no comulgan con el credo nacionalista excluyente e impositivo. No comparto las formas corruptas y perversas de algunos políticos que confunden los negocios y la política.

Pero, ¿cómo deciros que, al no compartir estas y otras cosas, yo no soy anticatalán? ¿Qué decir de aquellos que, recorriendo a los estilos del fascismo, nos tildan de anticatalanes? En todos los sistemas totalitarios (marxismo leninismo, fascismo, nazismo, franquismo, maoísmo, castrismo...) o en los que propenden a ellos dentro de las democracias formales, se procede de la misma manera: al que discrepa del poderoso le identifican como enemigo del pueblo y del Estado. ¿Vamos a permitir que en una democracia, los dirigentes políticos se idolatren de tal modo que las críticas a su nefasta acción sean identificadas como un ataque a todos los ciudadanos de vuestra Comunidad? ¿Vamos a permitir estas mezclas de nazismo y fascismo en nuestra democracia? Todos sabemos como algunos políticos hablan de la libertad, pero no les interesa lo más mínimo, porque, en cuanto pueden reprimirla y controlarla, lo hacen con el mayor descaro y atrevimiento. No seáis cómplices de la represión de la libertad. Terminarán reprimiendo el más leve soplo de pluralismo.

¿Sabéis lo que me parece aún más grave? Lo peor es que el proceso político que atraviesa vuestra Comunidad Autónoma aparece, por un lado, ligado a un hombre que fue a Perpiñán a negociar con la ETA, dicen en los medios, para que no matara en Cataluña; por otro lado, ensombrecido por la masacre del 11-M en Madrid, hecho a partir del cual se han precipitado los acontecimientos a un ritmo impensable. Estos dos hechos, que tienen la apariencia de pertenecer a un mismo plan, marcan un antes y un después en nuestra historia reciente. Un análisis somero de la concatenación de los hechos induce a pensar que están conectados y tienen que ver no sólo con el cambio político inmediato a las elecciones, sino también con una estrategia para poner en marcha una segunda transición y la imposición de un nuevo modelo de Estado. Vuestro proceso político está enmarcado de lleno en esta convulsión, orquestada por una clase dirigente que hace política sobre un suelo de corrupción, represión informativa y exclusión de los que no profesan su credo político e ideológico. ¿No os parece que es mejor hacer la política sobre un suelo de verdad, transparencia, libertad e integración? ¿No os parece que se ha emprendido un camino contrario al consenso constitucional de 1978 y se han resucitado viejos rencores y tentaciones que han resultado tan dañinos para todos?

Mientras, los problemas que realmente interesan, es decir, la facilitación del acceso a la vivienda, el derecho a educar en libertad, la inmigración, la destrucción de empleo, la inseguridad ciudadana, el pluralismo informativo y cultural, entre otros, están relegados a un lugar secundario ante el sueño político independentista de su clase dirigente. Esto es lo que muchos percibimos desde la distancia, que no significa ver menos ni peor. Al contrario, a veces, es imprescindible coger distancia y mirar la perspectiva resultante de la composición de los hechos, que es como mejor se ven muchas cosas. Con esto me despido hasta la próxima semana, si Dios quiere.

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social “León XIII”
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