Menú
AMENAZA A LAS LIBERTADES

Con él llegó la regresión

¿Existe el peligro de regresión de la democracia en España? Hice esta pregunta a varios amigos y la tónica de las respuestas fue ésta: no seas exagerado; me extraña esa pregunta en una persona tan moderada como tú... Les expresé mi preocupación sobre algunos hechos y algunas tentaciones del poder, durante el último año, y terminamos pensando que estamos ante una cuestión de fondo.

¿Existe el peligro de regresión de la democracia en España? Hice esta pregunta a varios amigos y la tónica de las respuestas fue ésta: no seas exagerado; me extraña esa pregunta en una persona tan moderada como tú... Les expresé mi preocupación sobre algunos hechos y algunas tentaciones del poder, durante el último año, y terminamos pensando que estamos ante una cuestión de fondo.
Con él llegó la regresión
Es verdad que no podemos ser unos perfeccionistas y unos permanentes criticones. Todo lo humano es perfectible; y la democracia no es un sistema perfecto ni un producto final, es un proceso; vivir en democracia es acrecentar cada día más escenarios y experiencias de libertad, participación, respeto a la ley y a los derechos de las personas... Así lo dice la Constitución Española en el artículo 10.1 y lo fundamenta todo en la dignidad de la persona.
 
Sin embargo, yo percibo el peligro real de que vamos camino de una sociedad intervenida y una democracia controlada, es decir, de una dictadura silenciosa, como en los peores años de la corrupción y los GAL, de Felipe González. Al menos, es lo que yo intuyo a tenor de hechos que falsean el derecho a la libertad de educación, información y expresión, entre otros.
 
Un año y medio antes del célebre 14M, Zapatero empezó un peligroso camino de regresión en las formas democráticas. Recuerdo la agitación callejera, los paseos con las fotos de los ministros y la acusación de asesinos, los asedios a las sedes de los populares, en fin, una larga lista… Con todo y después de todo, estaba preparado el clima social para lo que nos vendría encima el 11M y en los días posteriores de agitación y mentiras. Para gobernar en orden al bien común y administrar el poder con justicia, Zapatero no debe olvidar en qué circunstancias llegó al poder; y debería reconocer con humildad de qué modo le ayudaron a sacar la gran tajada de poder político del que goza.
 
Una vez en Moncloa, a pesar de la sonrisa, tardó poco en mostrar el mismo estilo que había cultivado en la calle. Lleva menos de un año en el poder, y yo diría que se acumulan demasiados síntomas de una sociedad intervenida y una democracia controlada. Han intervenido y llevado la inestabilidad al ámbito de la educación, en el cual la Ley de Calidad de los Populares había conseguido crear ilusión en el profesorado y en las familias; han roto de manera unilateral el Pacto por la Justicia para hacer apresuradamente la ley que les gusta; en los medios de comunicación, la concentración de medios en manos de los que les son afines y la obstaculización de los que discrepan... es más de lo mismo. Los hechos están ahí y son numerosos.
 
Así estamos con Zapatero, en lo que al desarrollo de la democracia se refiere. Aunque hay más signos de regresión que afectan a la vida democrática cotidiana. Desde el ámbito del Gobierno de Zapatero y de los círculos que le apoyan, a nuestras discrepancias llaman crispación; a la manifestación de otras aportaciones al grave problema de la inmigración llaman xenofobia y racismo; a la voluntad de los católicos de participar como uno más en la sociedad llaman privilegios del pasado; al derecho a expresar públicamente nuestras creencias más profundas llaman costumbres e ideas rancias y trasnochadas; si osamos manifestar una opinión democrática contraria a la suya, nos llaman fascistas. ¿No es todo esto un recurso totalitario a estrategias de intimidación, coacción, obstaculización y marginación, que limitan la libertad?
 
Zapatero y sus círculos son así; en ellos reside el bien, la libertad, los valores democráticos; ellos son justos y solidarios, porque la izquierda es por naturaleza justa y solidaria; ellos son la ley y el reglamento; son la generosidad y la responsabilidad democrática; ellos son los aristócratas, los privilegiados por el destino para ejercer el poder político. Es decir, Zapatero es la regresión.
 
Cuando una sociedad y una democracia prescinden de desarrollar un entramado institucional y cultural fundado en valores y principios propios de la dignidad de las personas, fácilmente degenera en la demagogia y en prácticas políticas contrarias a la libertad y la justicia.
 

Para desarrollar la calidad de nuestra democracia, aquí no sobra nadie y hay mucho que hacer. Los católicos tenemos que asumir nuestra responsabilidad con humildad y espíritu de servicio; sabiendo que los principios y valores que rigen la vida democrática nacieron históricamente de la experiencia cristiana y de los valores morales del cristianismo.

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII".

0
comentarios