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CINE

Crepúsculo

La falta de ideas y guiones originales en Hollywood ha convertido las sagas literarias juveniles y los cómics en una privilegiada fuente de inspiración. Del mismo modo que ocurrió con Harry Potter, que primero fue un best seller literario y luego un block buster cinematográfico, ahora es la novelista Stephenie Meyer la que ya ha publicado cuatro entregas de una saga, de la cual la primera, Crepúsculo, vendió más de cinco millones de ejemplares en Estados Unidos.

La falta de ideas y guiones originales en Hollywood ha convertido las sagas literarias juveniles y los cómics en una privilegiada fuente de inspiración. Del mismo modo que ocurrió con Harry Potter, que primero fue un best seller literario y luego un block buster cinematográfico, ahora es la novelista Stephenie Meyer la que ya ha publicado cuatro entregas de una saga, de la cual la primera, Crepúsculo, vendió más de cinco millones de ejemplares en Estados Unidos.

La autora del libro tiene treinta y cinco años, tres hijos, es mormona y vive en Arizona, en la ciudad de Phoenix, emplazamiento del que arranca el argumento de la primera novela que ahora estrena su versión en la gran pantalla. En 2005 publicó Crepúsculo inspirada por un sueño que había tenido dos años atrás. La responsable de la versión cinematográfica no es otra que la interesante Catherine Hardwicke, conocida por sus películas Thirteen, Los amos de Dogtown y Natividad. En todas ellas ha desarrollado con acierto su preocupación por la adolescencia. Crepúsculo, que se estrena ahora en España, ha recaudado el primer fin de semana en Estados Unidos más de 70 millones de dólares y se ha colocado en el número uno del top ten semanal.

El argumento, tanto de la película como de la novela, se sitúa dentro de los parámetros del de género fantástico de aventuras, con un componente romántico muy acusado y con un tratamiento visual y escénico realistas. Una adolescente llamada Bella, viaja desde Arizona –donde vive con su madre divorciada– a un pueblo llamado Forks, en Washington, donde vive su padre. Se incorpora a su nuevo instituto y allí se enamora de Edward, un compañero bastante tímido y extravagante. Una serie de extraños indicios conducen a Bella a una desconcertante conclusión: Edward y su familia no son humanos, sino vampiros. A partir de este hecho se articulan una serie de subtramas y conflictos que hacen que la película transcurra por diversos géneros. El género de aventuras –toda la parte final–, el drama –el sacrificio de Bella por su madre– y por encima de todo, el género romántico, que en ocasiones se acerca incluso al melodrama. Crepúsculo es una película tremendamente romántica, pero con un romanticismo de fondo gótico, en las antípodas del que se puede esperar de un filme de instituto (que en cierto modo es lo que es). En realidad está más cerca de La bella y la bestia que de cualquier película de vampiros contemporánea.

El asunto que vertebra la película es la contraposición entre amor y pasión. El vampiro Edward Cullen ama sin duda a Bella, pero también desea su sangre en un sentido instintivo y letal. Eros y Tanatos luchan en su interior y él deberá aprender a frenar su instinto vampírico para no malograr su amor por Bella. Antropológicamente, esta cuestión es la clásica ambivalencia "tendencia al bien-tendencia al mal" que vertebra toda la historia del cine de terror.

El tandem Catherine Hardwicke–Stephenie Meyer han dado como resultado una película de género que tiene una puesta en escena tan delicada e incluso tan sutil que supone una reinvención familiar del fantaterror y del goticismo. La película también toca otras cuestiones, como el de las relaciones familiares. Bella es hija de padres separados y su madre tiene nueva pareja. Bella lleva la herida de la separación como puede: aún necesita a sus padres, pero también experimenta la emancipación adolescente.

También es muy original el tratamiento de la cuestión de la castidad. Edward y Bella no mantienen relaciones sexuales porque si el vampiro desata su pasión y pierde el control acabará sucumbiendo al deseo de beber su sangre. Ello les obliga a mantener una distancia que purifica su relación y que eleva enormemente el tono romántico del film.

Y hablando de la sangre, Crepúsculo es fiel a las películas fundadoras del género vampírico (Nosferatu y el Drácula de Bela Lugosi) y no nos muestra escenas sangrientas. La sangre que vemos es originada por un corte con cristales. Esta elipsis de lo gore fortalece el carácter familiar de una película original y atractiva. A ello contribuye una excelente partitura de Carter Burwell y la interpretación casi perfecta de la jovencísima pero ya muy veterana Kristen Stewart en su papel de Bella.

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