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ÁFRICA

El camino virtuoso al desarrollo

África constituye una fuente habitual de frustración con respecto a la batalla contra pobreza mundial. Es frustrante porque somos conscientes de que la pobreza generalizada es una consecuencia de las limitaciones humanas y no de la falta de disponibilidad de recursos naturales. Este hecho convierte en menos útiles de lo que podrían ser las líneas maestras recientemente publicadas bajo el título Estatuto de los recursos naturales.

África constituye una fuente habitual de frustración con respecto a la batalla contra pobreza mundial. Es frustrante porque somos conscientes de que la pobreza generalizada es una consecuencia de las limitaciones humanas y no de la falta de disponibilidad de recursos naturales. Este hecho convierte en menos útiles de lo que podrían ser las líneas maestras recientemente publicadas bajo el título Estatuto de los recursos naturales.

Diseñado por un grupo independiente de economistas, abogados y políticos, su cometido es ayudar a los países en desarrollo a que administren sus recursos naturales de forma que contribuyan al crecimiento económico. Por desgracia, no enfatiza lo suficiente el rol crucial que cumplen las costumbres sociales.

El economista jefe del Banco Africano para el Desarrollo, Louis Kasekende, señala que el Estatuto de los recursos naturales ayudará a los gobiernos y a las sociedades con abundantes materias primas a gestionar estos activos para promover el bienestar de su ciudadanía. Kasekende expresó estos puntos de vista el pasado 13 de mayo en Dakar, durante la reunión anual del Banco Africano para el Desarrollo.

A diferencia de muchas otras iniciativas para el desarrollo de África, el Estatuto de los recursos naturales nos recuerda que son necesarios otros factores para lograr un crecimiento sostenible a largo plazo, incluyendo "empresas internacionales, organizaciones intergubernamentales, grupos de la sociedad civil y los gobiernos de las naciones que importen sus recursos naturales". Todos estos "tienen papeles que afectan a la capacidad de estas sociedades para aprovechar sus factores productivos". Correctamente, la atención se concentra en los "gobiernos de las naciones que disponen de abundantes recursos naturales, ya que ellos tienen el derecho soberano y la responsabilidad moral de utilizarlos en provecho de su país".

El primer principio del Estatuto es que "la explotación de los recursos naturales debe diseñarse para asegurar el máximo beneficio de los ciudadanos dentro del plan marco para lograr su desarrollo a largo plazo". También proporciona 11 preceptos adicionales que van desde incrementar la competencia empresarial y las prioridades de gasto público.

Aun cuando presente unas ciertas directivas para el Gobierno que son discutibles, el Estatuto es notablemente superior a los Objetivos de desarrollo del Milenio, presentados por la ONU y el Banco Mundial y que son muy ingenuos desde una perspectiva económica, ya que ni siquiera se plantean cómo crear riqueza para "erradicar la pobreza". El Estatuto también es superior a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, que también se concentran en "reducir" la pobreza en lugar de plantearse cómo crear riqueza sostenible a largo plazo en África. El FMI continúa operando bajo la hipótesis de que "para reducir progresivamente la pobreza hay que incrementar el gasto público en servicios públicos básicos".

Lo que muchas de estas organizaciones sólo están empezando ahora a comprender es que la mayoría de los países africanos sólo escaparán de la pobreza si se eligen líderes cualificados. Las oportunidades empresariales, la defensa de los derechos de propiedad, la resolución de conflictos, el control de la violencia y el fin de la corrupción son condiciones necesarias para que África comience a salir de la pobreza. Y estos pilares requieren de ciertos valores morales para florecer: en ausencia de la virtud, un mismo sistema puede servir para crear nuevos dilemas morales.

Por ejemplo, incluso si en Nigeria hay una democracia con principios de libre mercado, la corrupción tiende a marcar el día a día. Se dice que Halliburton, una empresa de construcción estadounidense, ha ofrecido 180 millones de dólares en sobornos a los altos cargos políticos para lograr la adjudicación del contrato para construir una planta de gas natural.

En febrero, Halliburton aceptó pagar 579 millones como sanción por los sobornos que KBR, una antigua subsidiaria de Halliburton, pagó a los funcionarios nigerianos para obtener la concesión de ciertos contratos petrolíferos. Lo que Nigeria necesita es que los mercados y los políticos tengan una cierta integridad moral.

El Estatuto de recursos naturales, si bien podría enfatizar más este aspecto moral, es sin duda alguna un paso en la dirección correcta. Un documento que muchas economías en desarrollo y organizaciones internacionales deberían tener en cuenta a la hora de plantear sus políticas hacia África.

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