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FUNERAL MULTITUDINARIO

El último Magisterio de Juan Pablo II

La vida, enseñanza y obra de Juan Pablo II son inmensas. Su huella se mantendrá y seguiremos, por mucho tiempo, narrando y comentando la enorme personalidad de un hombre fiel a Cristo, a la Iglesia y a la humanidad. Pero el más elocuente comentario se hizo público estos días en Roma.

La vida, enseñanza y obra de Juan Pablo II son inmensas. Su huella se mantendrá y seguiremos, por mucho tiempo, narrando y comentando la enorme personalidad de un hombre fiel a Cristo, a la Iglesia y a la humanidad. Pero el más elocuente comentario se hizo público estos días en Roma.
El funeral de Juan Pablo II
Más de 4 millones de personas, la inmensa mayoría jóvenes; Jefes de Estado de casi todas las naciones y gobernantes de orientaciones políticas e ideológicas distintas; líderes religiosos de todos los credos y confesiones, personas creyentes y no creyentes. Todos tributando el último adiós y agradecimiento a Juan Pablo II. Éste ha sido el último gran acto de Magisterio del Papa Wojtyla.
 
A hombres como Juan Pablo no basta con elogiarles y enterrarles: hay que hacerles caso. No estamos sobrados, qué digo, no existen hoy líderes mundiales con la credibilidad y el carisma necesario para señalar con seguridad y esperanza los caminos del gobierno del mundo. A un líder como Juan Pablo II, repito, hay que hacerle caso. La multitud, que quiso estar en Roma para acoger su último magisterio y decirle “Hasta siempre”, representó a todos los que sabemos que en su vida y enseñanza no había engaño. Juan Pablo II fue, hasta el último momento, un instrumento de Dios al servicio de la reconciliación y la comunión universal.
 
No es por comparar, pero me han contado, todavía no lo he contrastado, que Zapatero volvió de Roma con el talante afectado. Después de lo que vio allí... ¿cómo va a contar ahora la trola de la alianza de civilizaciones? Le han pinchado el globo, dirán unos; como siempre, no se ha enterado, dirán otros. Todavía no encontré una sola frase en la que ZP explique en qué se concreta, cómo se hace operativa política y civilmente, a quién va a convocar para significar públicamente tal alianza. Será algo así como una nueva doctrina basada en el laicismo, un manifiesto de paz perpetua al cual uno puede adherirse con una firma; será la salvación mundial para todos, el nuevo orden mundial del líder mesiánico profetizado por Caldera. Tengo verdadera curiosidad.
 
Tengo para mí que estos días en Roma se ha visto un verdadero diálogo de civilizaciones. La alianza de ZP ya son ganas de embaucar e incordiar al personal; es una bobada a la vista de la manifestación mundial de respeto, aprecio, convivencia, pluralidad, armonía y paz de personas de todas las razas y culturas, que generó el Papa Wojtyla en todo el mundo. Zapatero lo pudo ver en Roma, si fue capaz de quitarse de los ojos y la mente el filtro del sectarismo y del laicismo que le caracteriza. Desearía que aprendiera algo y mejorara su política. Yo espero que lo haya visto. Aquí pasó varios días mudo y desaparecido, en los días más críticos y a la muerte del Papa. Me parece que ni él quiso ni le dejaron salir públicamente, como presidente del Gobierno de todos los españoles, creyentes y no creyentes, a rendir un sencillo homenaje a un gran hombre que nos visitó cinco veces durante su pontificado.
 
Lo comprendo; tiene mucho en qué pensar y parece que está preocupado. Pasan los días y, a pesar del ruido que mete la maquinaria mediática que tiene a su servicio, van delineándose con mayor nitidez algunas tramas en las que aparecen socialistas implicados en relaciones sospechosas con los autores directos de la masacre del 11M; y él sabe cómo le han aupado al pedestal del poder. No estaría mal que meditara sobre qué quiere decir Wojtyla con eso de las “estructuras del mal” y actuara en consecuencia.
 
Para colmar el último acto público de su Magisterio, vendrían, por un lado, el anuncio de sus últimas palabras y el conocimiento de su testamento, en el cual no dejó nada a nadie, porque no tenía nada suyo; y, por otro, la impresionante austeridad y sencillez del féretro en el cual se retiró de la vida pública esta gigantesca persona. Dudo que a algunos teólogos españoles, significados en mezquindades, les haga reflexionar sobre esta poderosa manera de hablar de y sobre el Dios de Jesucristo y el ser de la Iglesia.
 
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social “León XIII”.
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