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POBREZA CERO

Erradicar las causas de la pobreza

El pasado domingo día 26, Madrid, desde Cibeles hasta Puerta del Sol, se vistió de blanco. Del colorido de la Fiesta de la Familia del pasado sábado 18, pasamos al tono reivindicativo de “Pobreza Cero”, el grito y el color que se extendieron a 22 ciudades más en España.

El pasado domingo día 26, Madrid, desde Cibeles hasta Puerta del Sol, se vistió de blanco. Del colorido de la Fiesta de la Familia del pasado sábado 18, pasamos al tono reivindicativo de “Pobreza Cero”, el grito y el color que se extendieron a 22 ciudades más en España.
Pobreza cero
Las cifras de la pobreza son de tal magnitud que pueden causarnos un sentimiento paralizante de que no se puede hacer nada realmente significativo; y pueden inquietarnos y movernos para promover iniciativas y sumar fuerzas para resolver esta lacra que mantiene en condiciones inhumanas de extrema pobreza a casi un tercio de la humanidad. La enorme concentración de bienes en manos de unos pocos y la grave penuria que padece la inmensa mayoría de la humanidad es una "estructura de pecado" que viola los derechos fundamentales de todos a una vida digna y al disfrute de los bienes. La pobreza es una de las más graves preocupaciones de la comunidad internacional y la Iglesia y sus organizaciones de acción social y desarrollo comparten esta preocupación.
 
La pobreza siempre ha existido, bajo cualquier sistema político y en todas las etapas de la humanidad. Pero la pobreza no es una fatalidad, es un problema, por eso tiene solución. Hoy tenemos recursos materiales, conocimientos, organizaciones de la sociedad civil, instituciones y organizaciones internacionales capaces de afrontar de manera decisiva la pobreza. Para superar esta situación escandalosa hay que emprender un gran esfuerzo de todas las naciones, para que, como dijo Pablo IV en Populorum progressio, los pobres pasen de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas (n. 20). El desarrollo es un proceso en el que estamos todos implicados; un proceso que debe llevar a transformaciones y cambios sociales tanto en el Norte como en el Sur, de forma que se alcancen unas condiciones de vida dignas para todos.
 
Los países en vías de desarrollo deben hacer cuanto esté en sus manos para superar la situación; por su parte, las naciones ricas deben comprometerse a ayudar. El hoy Beato Juan XXIII explicaba, en Mater et Magistra 157, que la mayor injusticia del siglo era “el que atañe a las relaciones que deben darse entre las naciones económicamente desarrolladas y los países que están aún en vías de desarrollo económico: las primeras gozan de una vida cómoda; las segundas, en cambio, padecen durísima escasez”. Las naciones ricas pueden y deben hacer mucho: desde la entrega del 0'7% del PIB para la ayuda al desarrollo y la cancelación de la deuda externa, hasta el establecimiento de reglas comerciales no sólo libres, sino con más equidad, que requieren dar a cada uno por lo que es y necesita.
 
En el año 2000, en Nueva York, se celebró la Cumbre del Milenio, al final de la cual los 189 estados miembros firmaron la Declaración del Milenio. Esta Declaración incorpora un listado de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que constituyen el compromiso internacional de todos los gobiernos, acordados por los jefes de estado, a conseguir para el año 2015: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad de sexos y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/Sida, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Estos objetivos combinan y simplifican compromisos internacionales adquiridos en las cumbres de Naciones Unidas celebradas en las últimas décadas; proporcionan un marco global de referencia para las políticas de los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil. Todos los países los han adoptado como lenguaje y herramienta universales en la lucha contra la pobreza. En España, un millar de organizaciones de la sociedad civil están decididas a dar la batalla en la “Alianza contra la Pobreza”. La Coordinadora de ONG para el desarrollo de España (CONGDE) lidera la campaña “Pobreza Cero”.
 
Manos Unidas, organización fundadora y miembro de la CONGDE, apoya esta acción que, por otro lado, se enmarca totalmente en su trabajo cuyo fin es la lucha contra el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción, producidos entre otras por las siguientes causas: la injusticia, el desigual reparto de los bienes y las oportunidades entre las personas y los pueblos, la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad, la indiferencia y la crisis de valores humanos y cristianos; de forma que, como afirma Populorum Progressio 34, el hombre sea “capaz de ser por sí mismo agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual”.
 
La historia de la Iglesia es, a pesar de sus luces y sus sombras, una historia de compromiso con los pobres, y acumula un rico patrimonio de pensamiento y acción, formas de compromiso y organizaciones en la lucha por la promoción de la justicia. Lo resume Juan Pablo II en Centesimus annus, 49, 57 y 58. La Iglesia ha estado y está ahora más que nunca en los lugares más inhóspitos y en las situaciones humanas más difíciles. En todas las épocas, el amor de Cristo le ha urgido respuestas a las llamadas de más urgente necesidad. La Iglesia se hace reconocer por este signo. Manos Unidas pertenece a este movimiento de la Iglesia a lo largo de la historia. Cristo se hace compañero de la humanidad y asume sus alegrías y esperanzas, tristezas y angustias a través de la compañía solidaria de los hombres y mujeres de Manos Unidas.
 
Manos Unidas es una de las aportaciones de la Iglesia en la lucha contra las causas de la pobreza; es presencia en nombre de la Iglesia en España para la ayuda, promoción y desarrollo en los tres continentes menos desarrollados: África, Asia y América. La sensibilización de la sociedad española y la promoción de proyectos de desarrollo son sus tareas primordiales. Manos Unidas trabaja en proyectos de desarrollo concebidos como una acción o conjunto de acciones planificadas, que surgen de la iniciativa de un grupo beneficiario, para mejorar la situación de carencia con carácter de futuro, en la medida en que se garantiza el bien estar de la generación presente y de las futuras.
 
Precisamente Manos Unidas acaba de dar a conocer su Memoria del año 2004. Esta organización de la Iglesia rinde cuentas ante la sociedad española, con transparencia y sentido de austeridad para compartir. Nacida en 1960, está presente en todo el territorio nacional, a través de 71 Delegaciones. En 2004, Manos Unidas aprobó 720 proyectos de desarrollo por un importe de 41.455.396,96 euros, distribuidos de la siguiente manera: 282 en África, 205 en América y 233 en Asia. Han quedado atendidos los cinco sectores prioritarios de promoción del desarrollo con 104 proyectos agrícolas, 110 sanitarios, 289 educativos, 114 de promoción social y 103 de promoción de la mujer. A los aprobados en 2004, hay que añadir los proyectos de ejercicios anteriores que continua apoyando, hasta un total de 887 distribuidos en 64 países.
 
Por otro lado, los ingresos de Manos Unidas en 2004 se elevaron a 46.347.300 euros, un 7,6% más que el año anterior, de los cuales el 83% proviene del sector privado (socios, parroquias, empresas, …) y sólo el 17% proviene del sector público. En 2004, de cada 100 euros, 92’4 se aplicaron en los fines de Manos Unidas, el resto en gastos de Administración, estructura, promoción y captación de recursos.
 
Todo esto no es más que una gota en el mar, pero, como dijo Madre Teresa, el mar sería menos si le faltara una gota, en este caso la que aporta la sociedad española. La campaña "Pobreza Cero" es para eso.
 
 
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII"
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