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EL PAPA CON COMUNIÓN Y LIBERACIÓN

La belleza de ser cristianos

Benedicto XVI aprovechó su encuentro del pasado sábado con más de 80.000 miembros del movimiento Comunión y Liberación para subrayar la originalidad y el valor del legado de su fundador, don Luigi Giussani, para afrontar los desafíos actuales de la Iglesia.

Benedicto XVI aprovechó su encuentro del pasado sábado con más de 80.000 miembros del movimiento Comunión y Liberación para subrayar la originalidad y el valor del legado de su fundador, don Luigi Giussani, para afrontar los desafíos actuales de la Iglesia.
Luigi Giussani, fundado de Comunión y Liberación

El Papa no eludió reconocer públicamente sus vínculos con este sacerdote lombardo que se convirtió para él en "un verdadero amigo", y pidió a los miembros de CL que mantuvieran el ímpetu misionero que ha caracterizado los últimos años de este movimiento, tarea que requiere una fe madura y personal, firmemente arraigada en la vida de la Iglesia.

Una multitud que desbordaba la plaza de San Pedro acogió al Papa tras una espera densa de cantos y oración, en la que se hizo memoria de la enseñanza de don Giussani. El sacerdote español Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL desde el fallecimiento de su fundador, recordó que todo su esfuerzo educativo consistió en mostrar la correspondencia de Cristo con todas las exigencias humanas auténticas, convencido de que sólo una propuesta dirigida a la razón y a la libertad, podría interesar al hombre. Carrón subrayó que, durante estos años, CL ha querido tomarse muy en serio la llamada a la misión que Juan Pablo II lanzó al movimiento en 1984, y fruto de ello ha sido el crecimiento de nuevas comunidades en 80 países. La confusión actual que vive nuestro mundo no es a su juicio un motivo para arredrarse, ya que el corazón del hombre, a pesar de sus heridas, sigue siendo capaz de reconocer la verdad y la belleza si las encuentra en el camino de su vida.

Juan Pablo II con Luigi GiussaniPrecisamente ese fue el enfoque fundamental de la intervención de Benedicto XVI, al destacar "el testimonio de la belleza de ser cristianos" que está presente en todas las expresiones de CL, precisamente en una época en la que domina la imagen del cristianismo como algo fatigoso y opresivo. El Papa tenía que elegir, en una intervención forzosamente breve, y quiso destacar la genial intuición de don Giussani de que "Cristo no salva al hombre a pesar de su humanidad, sino a través de ella". Y completó la imagen haciendo propia una cita de Juan Pablo II, que destacaba el corazón de este carisma como la propuesta del acontecimiento cristiano, realizada de un modo fascinante y en sintonía con la cultura contemporánea.

Benedicto XVI se detuvo también en la génesis de este movimiento, que como en otros muchos casos, no procede de la voluntad organizativa de la Jerarquía, sino de un impulso del Espíritu Santo. Frente a los recelos que la génesis de estos carismas despierta todavía en diversos ámbitos eclesiales, el Papa proclamó que ofrecen una posibilidad de vivir la fe de modo profundo y actualizado, con una total fidelidad a los pastores de la Iglesia, y al mismo tiempo con una espontaneidad y una libertad que permiten generar nuevas y proféticas obras apostólicas y misioneras. Ciertamente, para cualquier observador atento, ese ha sido uno de los frutos más visibles del camino de educación cristiana de CL: la floración de múltiples obras sociales que han nacido de la libre decisión de personas y comunidades en sus propios ambientes, generando así un tejido de presencias a través de las cuales se puede "ver y tocar" la novedad del cristianismo en medio de las circunstancias cotidianas.

El Papa conoce bien las viejas y estériles dialécticas que han acompañado en muchas ocasiones al crecimiento y difusión de los movimientos. Por eso quiso recordar la recomendación de San Pablo a los Tesalonicenses, de "no apagar los carismas", sino agradecerlos incluso cuando puedan resultar incómodos. Por su parte, todo carisma verdadero debe insertarse en la totalidad de la comunidad eclesial, para ayudar a su edificación.

En estos días se cumplen 25 años del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación. En la celebración de la Plaza de San Pedro pudieron verse algunos de aquellos primeros jóvenes que quedaron fascinados por la propuesta de don Giussani en los lejanos años 50 del pasado siglo. La prueba del tiempo ha hecho evidente que aquel no fue un sueño de juventud, sino el inicio de una hermosa historia en la que se ha verificado, como dijo don Julián Carrón ante el Papa, "que vivir la fe en Cristo coincide con la exaltación de lo humano".

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