Menú
CINE

La buena nueva

La fiebre de la memoria histórica sigue imparable en el cine español. En este caso, el papel de la Iglesia en la Guerra Civil es el trasfondo histórico de la última película de la directora navarra Helena Taberna, protagonizada por Unax Ugalde y Bárbara Goenaga. La película se inspira libremente en la historia del tío de la directora, el padre Ayerra, que tomó posesión como párroco de Alsasua dos días antes de estallar la guerra y acabó en Argentina tras su secularización.

La fiebre de la memoria histórica sigue imparable en el cine español. En este caso, el papel de la Iglesia en la Guerra Civil es el trasfondo histórico de la última película de la directora navarra Helena Taberna, protagonizada por Unax Ugalde y Bárbara Goenaga. La película se inspira libremente en la historia del tío de la directora, el padre Ayerra, que tomó posesión como párroco de Alsasua dos días antes de estallar la guerra y acabó en Argentina tras su secularización.

La película, dirigida con mucho oficio, nos cuenta la historia de Miguel, que es nombrado párroco de un pueblo socialista coincidiendo con la sublevación del 36. Desde el inicio de la guerra, el lugar es ocupado por falangistas y requetés, que ejecutan a los líderes izquierdistas del pueblo. Miguel nunca tomará partido por alguno de los bandos y se pondrá de lado de los perseguidos de cualquier color político. A medida que la guerra avanza, la posición de Miguel empieza a volverse muy peligrosa.

La película empieza con un inteligente rechazo de los tópicos sobre la Iglesia y el franquismo. Pero a partir de la mitad del metraje empiezan a colarse todos los esquematismos y maniqueísmos actuales sobre la Guerra Civil. Al final, un planteamiento típico de la teología de la liberación nos acaba presentando lo de siempre: el sacerdote de los pobres frente al obispo complaciente con el poder, el cura que no entiende su celibato, la Iglesia cómplice del fascismo y un largo etcétera. Se agradece una primera parte rica en matices, y una segunda que, aunque ideologizada, trata de mantener un tono ponderado.

Es una pena que haya tanta falta de libertad en nuestros creativos, incapaces de dar la espalda a la corrección política. Independientemente del hecho de que el film se inspire en un caso real, hay otros muchos casos reales que nunca se elegirán como argumento de un film por contradecir la doctrina oficial. ¿Habrá que esperar aún otra generación para liberarse de los prejuicios? Quizá la siguiente generación, educada por las presente, sea aún peor. Quién sabe.

0
comentarios