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PLEBISCITO CONSTITUCIONAL

La democracia ejemplar de Zapatero

Superado el 20F, pasó lo que muchos habíamos anunciado: ZP sacó a relucir su soberbia sonriente y se adjudicó, como éxito personal, lo que no es más que un fracaso democrático. La victoria de una abstención de casi el 60%, con independencia de la interpretación que se quiera hacer, es ante todo un fracaso de participación. Causa sonrojo y desasosiego el que Zapatero haya celebrado como una gran victoria el que casi el 60% de los ciudadanos con derecho a voto no hayan acudido a las urnas. ¿Ésta es la “democracia ejemplar” que prometió?

Superado el 20F, pasó lo que muchos habíamos anunciado: ZP sacó a relucir su soberbia sonriente y se adjudicó, como éxito personal, lo que no es más que un fracaso democrático. La victoria de una abstención de casi el 60%, con independencia de la interpretación que se quiera hacer, es ante todo un fracaso de participación. Causa sonrojo y desasosiego el que Zapatero haya celebrado como una gran victoria el que casi el 60% de los ciudadanos con derecho a voto no hayan acudido a las urnas. ¿Ésta es la “democracia ejemplar” que prometió?
Zapatero
Los católicos, ciudadanos con todos los derechos y deberes como los demás, creemos en la democracia y participamos en el proceso democrático como todo el mundo. Más de veinte siglos de experiencia cristiana nos proporcionan los principios y los valores morales que sostienen y promueven la verdadera democracia.
 
Sabemos que no basta con la división de poderes y la declaración formal de derechos y deberes para que exista una democracia real. En la encíclica Centesimus annus (1991) el Papa Juan Pablo II hace una síntesis de las condiciones imprescindibles: que exista un Estado de Derecho, en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres; que se construya sobre la base de una correcta concepción de la persona, su entera dignidad y valor; creando condiciones reales para la promoción de las personas concretas; educando y formando a los ciudadanos en los verdaderos ideales; respetando el carácter subjetivo de la sociedad, mediante la creación de estructuras de participación y corresponsabilidad; y reconociendo expresamente los derechos humanos, auténtico y sólido fundamento de la democracia.
 
Si se corrompen estas condiciones, se corrompe todo el sistema democrático, por más que nos hable de grandes ideales, con la nueva pronunciación de las más hermosas palabras: sólidaridad, résponsabilidad, líbertad, párticipacion, jústicia, ….. ¡Grandes aportaciones de ZP al discurso político!
 
Hay dos instrumentos fundamentales para el desarrollo del sistema democrático: la educación y los medios de comunicación e información. Los ingredientes imprescindibles de estos medios son la libertad y la participación plural, todo lo contrario de la censura, la concentración de medios y las subvenciones generosas a los amigos.
 
Menos de un año de Gobierno, está demostrado sobradamente que a Zapatero la libertad le da problemas. Prefiere el control de las mentes, que todos escuchemos la misma letra y bailemos al ritmo de la misma música. Al presidente le irrita la discrepancia, la libertad de pensamiento, la alternativa política, la búsqueda de la verdad. Me gustaría contar hechos que anuncien otra tendencia, pero no los hay. La mordaza impuesta a los medios por el gobierno nacionalsocialista sobre el derrumbe del barrio El Carmelo en Barcelona; la discriminación y el castigo infringido a la COPE en la atribución de publicidad institucional; el trato de favor a los amigos con dinero público…, es interminable el cúmulo de fechorías.
 
Pero ellos han venido para quedarse y hay que atarlo todo bien atado, deprisa, deprisa. Tienen que garantizar, rápidamente, una potente red de propaganda y manipulación de las mentes en las escuelas y en los medios de comunicación. Éstas y muchas cosas más empiezan a oler mal en la “democracia ejemplar” de Zapatero. Alguna vez tendrán que explicar qué quiere decir el artículo I.3.2 del Tratado constitucional europeo cuando afirma que uno de los objetivos de la Unión es ofrecer “a sus ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores y un mercado interior en el que la competencia sea libre y no esté falseada”.
 
Por polémico y objeto de crítica, viene al caso el nombre de un periodista en esta batalla. Creo que se equivocan aquellos que prefieren criticar la vehemencia de Jiménez Losantos y tapar la nariz y cerrar los ojos ante las fechorías que denuncia. El discurso más o menos encendido de Jiménez Losantos es discutible, al igual que algunas de sus opiniones; pero los hechos que destapa, los debates plurales que fomenta y los titulares propagandísticos que desentraña, entre otras cosas, es lo que fastidia en la derecha y en la izquierda. Ninguna persona, sea cual sea su ideología y creencia, puede aceptar la concepción perversa del poder que impregna las acciones de Zapatero, porque son oscuras y responden a intereses y ambiciones de los poderosos, que siempre pretenden jugar con ventaja.
 

El sistema democrático, para ser auténtico, debe desarrollar la participación y el control de los que ejercen el poder por parte de los ciudadanos. Con la participación se expresa, de manera inequívoca, la salud democrática de nuestra sociedad. Los ciudadanos tenemos el deber de denunciar las desviaciones de la democracia que son una regresión hacia formas dictatoriales del ejercicio del poder. Zapatero habla de la libertad pero la rehuye y la obstaculiza. Pablo VI advirtió sobre esta tentación. En Octogesima adveniens, 25, dice que “no pertenece ni al Estado ni a los partidos políticos tratar de imponer una ideología por medios que desembocarían en una dictadura de los espíritus, la peor de todas”.

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII".

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