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AÑO Y MEDIO DE ZAPATERO

La España disminuida

Hay una España gubernamental, acontecida a raíz de la masacre del 11M; es una España disminuida, la España de las facciones, que se mueve a golpes e impulsos de parejas célebres.

Hay una España gubernamental, acontecida a raíz de la masacre del 11M; es una España disminuida, la España de las facciones, que se mueve a golpes e impulsos de parejas célebres.
José Luis Rodríguez Zapatero
Mientras, la estructura del mal, sobre la que escribí en otro momento, ha vuelto a golpear, esta vez en Londres. Como no podía ser de otro modo, todos los medios han relacionado esta masacre terrorista con el 11M. No quiero repetir las similitudes y las diferencias. Subrayo sólo un dato. Blair, en una de sus primeras intervenciones, dijo que “los terroristas no van a cambiar nuestros valores y nuestro estilo de vida”; y el pueblo inglés, con sus instituciones a la cabeza, se comportó como un solo pueblo.
 
La Constitución Española, en el artículo 2, se refiere a España como “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Hasta hace poco, parece que estábamos de acuerdo en que la “Nación” era lo que ha sido siempre; ahora es bastante menos bajo muchos aspectos: histórico, cultural, político, democrático, internacional, social... Un año y medio de Zapatero en la Moncloa ha sumado un número de hechos suficiente para percibir que la España gubernamental se parece en algunas cosas a los efectos de un “golpe de Estado”. Zapatero va camino de desmontar el modelo de Estado, ha introducido confusión en nuestro sistema de valores, ha atacado las raíces y las instituciones básicas de nuestra cultura, ha cedido terreno a los grupos violentos...
 
Esta España disminuida es, a todas luces, la España que se mueve a golpes e impulsos de parejas célebres. Lo digo con todo respeto y con cierto humor, el símil de las parejas describe bien lo que nos está pasando. La primera, la gran pareja ZP, es decir, Zapatero/Polanco; después, Rubalcaba/Cebrián, Carod/Maragall, Ibarreche/Otegui, Mouriño/Quintana, Peces-Barba/Zerolo,... Visto con mirada retrospectiva, el desarrollo de los acontecimientos desde el 11M lleva la marca de las parejas citadas. Y el resultado es la España disminuida. ¡Y con qué desfachatez y prepotencia lo han hecho!... Manejando palabras talismán como diálogo, talante, democracia deliberativa, escuchar la calle... La España de Zapatero no es la España de los ciudadanos, sino la España de las facciones. No hace falta investigar mucho en la hemeroteca del último año para confirmar esta percepción. Creo que se equivocan y el daño que están haciendo es mucho. Pero el mal está hecho.
 
No somos una España mejor, no somos más libres, no estamos más seguros, no vivimos más democráticamente desde el 11M. Una sociedad que se va de vacaciones con las 63 incógnitas del 11M por aclarar, no es una sociedad libre y responsable, sobre todo porque los que han sacado beneficio político del golpe del 11-13M dieron el cerrojazo a la Comisión que tenía el deber de investigar. Se consumó la ignominia anunciada. No ponemos en duda que las elecciones las ganan y las pierden los partidos políticos. Pero, en la vida democrática, los ciudadanos queremos que el que tenga el encargo de gobernar lo haga proporcionando el mayor bienestar y el mejor entendimiento posible entre todos. Y esto no se ha hecho.
 
El pasado día 2 de julio, la manifestación gay fue una exhibición de zafiedad, intransigencia, bajeza e insultos, arropada por dirigentes socialistas y comunistas. Estos son los que quieren implantar una asignatura llamada educación para la ciudadanía. ¡Menuda ciudadanía la exhibida por estos pájaros! El Fiscal General del Estado, ¿se ha preocupado por defender a los ciudadanos allí insultados? Este es el tipo de gente que tiene hoy el poder. No he visto una rectificación o una presentación de disculpas por las ofensas a la fe y a la moral de la mayoría de los ciudadanos. Son más efectos del golpe del 11-13M. Me da pena ver cómo España está perdiendo la memoria de lo que ha sido y hoy no sabe lo que es. España se traiciona a sí misma. Todo lo que no sea socialista, nacionalista, zerolista, comunista... es presentado como malo o sospechoso; se le puede ridiculizar, ofender, combatir y arrinconar. A los hechos me remito. ¿A qué viene esta ofensiva de intransigencia y radicalismo? ¿Tendremos que pedirles permiso para ser diferentes?
 
Pero hay un ejemplo singular. Fui lector asiduo de Gala. Hoy me llama la atención las cosas que expele casi diariamente en contra de la Iglesia y los obispos, y en contra de todos los que no son como él. Últimamente no escribe, empalma insultos. Lo entiendo, escribir desde un ventanuco pequeño y angosto por donde entra escasamente la luz no da para ver más. ¿Cuánto tiene de libertad de expresión y opinión, y cuánto de mentira, insulto y manipulación nauseabunda? ¿Es tolerable tanto insulto y tanta descalificación generalizada y gratuita?
 
A pesar de la manipulación cultural de la maquinaria mediática de las parejas citadas, creo que no estamos ante una revolución cultural, sino ante una machacona manipulación cultural, que irá creciendo a medida que se vaya consolidando el monopolio en los medios de comunicación y se dificulte el camino a los demás. Lo dijo hace poco Darío Fo en la presentación de “La Gazzetta”, de Rossini, en el Liceo de Barcelona: “El periodismo y la publicidad están llenos de charlatanes que mienten para conseguir que el público compre lo que sea. ... La de ahora es la época de lo efímero, de la mentira y de la mediocridad, del espectáculo antieducativo. Es el tiempo de la desinformación”.
 
Todas estas realidades nuevas de la vida en España interpelan nuestra fe católica en la medida en que tienen que ver con la cultura, que, como dijo Benedicto XVI hace poco a los italianos, es un terreno decisivo para el futuro de la fe y para la orientación global de la vida de una nación. Es importante que la voz de los católicos esté constantemente presente en el debate cultural, para que se refuerce la capacidad de elaborar racionalmente, a la luz de la fe, los múltiples interrogantes que se plantean en los diversos ámbitos del saber y en las grandes opciones de la vida. A nadie se le escapa que hoy la cultura y los modelos de comportamiento están cada vez más condicionados y caracterizados por las representaciones que proponen los medios de comunicación. Por eso, no podemos ahorrar esfuerzos en buscar, con imaginación y profesionalidad, una presencia pública adecuada para presentar a todos una interpretación cristiana de los acontecimientos y de los problemas.
 
 
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social “León XIII”.
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