La cosa parece que quedó en amago, porque rápidamente vino el clásico desmentido, consistente en hacer ver la falta de entendederas del periodista de turno. Este tipo de desmentidos, desde luego, tendrían menos fuerza cuanto mayor fuera el rigor en las informaciones, porque lo cierto, y al margen de esta noticia concreta, es que incluso en la información especializada la exactitud y precisión no pocas veces deja bastante que desear. Pero dejando esto a un lado, lo del ministro ha tenido eco, porque viene a sumarse a una línea de declaraciones de distintos miembros del PSOE y aledaños, que desde hace algo más de un año, van goteando para que vaya calando la idea de un cambio o, al menos, interpretación constitucional, en esta cuestión al modo deutero-republicano. Me da la impresión que la argumentación implícita es sencilla: se da a entender que la Iglesia tiene adicción incorregible e innata a los privilegios; se deja caer que esto hay que frenarlo por el bien de la sociedad y la igualdad de todos los ciudadanos; se añade el ingrediente de decir que el modelo aconfesional actual es insuficiente para parar la voracidad eclesial y así garantizar los derechos de las otras confesiones, siempre amenazados por el clero; y, por último, se presenta el modelo laicista y beligerante hacia lo religioso de 1931 como la garantía ante estas dificultades. No hay que perder de vista que ante la disolución de la nación, única titular de la soberanía, planea sobre nosotros el riesgo de buscar una legitimidad mítica y legendaria que supla a la de la nación y la candidata a ser la fuente de la misma parece ser la segunda República.
LÓPEZ AGUILAR
La Iglesia no quiere privilegios
El ministro de Justicia, López Aguilar, en el trascurso de un curso de verano, ha hecho al parecer unas declaraciones en las que se ponían en cuestión los vigentes acuerdos con la Santa Sede y se dejaba traslucir que la Iglesia está en una situación privilegiada.
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