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ECUMENISMO

La paz de Bari

Resultó conmovedora la intervención del obispo luterano de Helsinki, Eero Huovinen, quien afirmó que “los luteranos finlandeses deseamos formar parte de la Iglesia católica de Cristo”, una expresión que vino seguida de la confesión de la Eucaristía como “sacramento de la presencia real de Cristo”.

Resultó conmovedora la intervención del obispo luterano de Helsinki, Eero Huovinen, quien afirmó que “los luteranos finlandeses deseamos formar parte de la Iglesia católica de Cristo”, una expresión que vino seguida de la confesión de la Eucaristía como “sacramento de la presencia real de Cristo”.
Bari, escenario del Congreso Eucarístico Nacional Italiano
La capital de Apulia, asomada al Adriático, parece inclinarse hacia el Este, desde donde llegó un día el santo obispo Nicolás de Mira, cuyos restos reposan para siempre en esta ciudad puente, destino del primer viaje de Benedicto XVI fuera de Roma. Bari ha acogido la semana pasada el Congreso Eucarístico Nacional Italiano, un gran acontecimiento eclesial con diferentes ángulos, uno de los cuales ha sido sin duda el ecumenismo. Lo cierto es que la ocasión resultaba inmejorable, porque la Eucaristía es la fuente de la unidad cristiana y también su expresión visible y pública, así que la imposibilidad de celebrarla juntos hiere el corazón de todos los cristianos; por otra parte, esta ciudad guarda entre sus piedras la experiencia de un diálogo vivo entre oriente y occidente, dentro de la gran unidad católica; por último, el nuevo Papa no ha dejado de insistir en su compromiso personal para recorrer con decisión el camino hacia la plena reconciliación de los seguidores de Cristo.
 
Eero Huovinen, obispo luterano de HelsinkiEn estos días se han sucedido gestos y declaraciones cuyo peso real todavía es difícil aquilatar. En cualquier caso, resultó conmovedora la intervención del obispo luterano de Helsinki, Eero Huovinen, quien afirmó que “los luteranos finlandeses deseamos formar parte de la Iglesia católica de Cristo”, una expresión que vino seguida de la confesión de la Eucaristía como “sacramento de la presencia real de Cristo”. Por supuesto, inmediatamente podemos preguntarnos hasta qué punto Huovinen representa la conciencia y el sentir de las comunidades luteranas de Europa, pero el impacto de estas afirmaciones es innegable y hace pensar que la madurez del diálogo ecuménico es mayor de lo que imaginábamos.
 
Por su parte el cardenal Walter Kasper propuso una alianza de católicos, protestantes y ortodoxos a favor de los grandes valores de la tradición cristiana en Europa, urgió comenzar la discusión sobre la forma de ejercer el ministerio petrino en la Iglesia (tal como había propuesto Juan Pablo II) y lanzó la propuesta de realizar en Bari un Sínodo de reconciliación formado por obispos griegos y latinos, recordando el que tuvo lugar en 1098 en esta misma ciudad. En todo ello descubrimos pistas concretas para poner tarea ecuménica a velocidad de crucero, sin perder el gran horizonte ideal de la plena comunión querida por el Señor.
 
Patriarca Alexis IIBenedicto XVI quiso aprovechar su presencia en Bari para reiterar que éste es uno de los ejes centrales de su pontificado, y recordó que no basta la expresión de buenas intenciones: “se requieren gestos concretos que entren en los espíritus y agiten las conciencias, invitando a cada uno a esa conversión interior que es el presupuesto de todo progreso en el camino del ecumenismo”. El Papa ha repetido este mensaje varias veces en apenas mes y medio, lo que me hace pensar que algunos de esos gestos están ya en su cabeza y pueden definirse en poco tiempo. La respuesta no se ha hecho esperar, y el Patriarca Alexis de todas las Rusias ya ha manifestado su disposición para remover obstáculos. El asunto es tan importante que no conviene echar las campanas al vuelo, pero algo se mueve por fin en los fríos hielos de Moscú.
 
Que nadie se equivoque. El camino de la unidad será todavía arduo y espinoso en todos sus aspectos (teológico, disciplinar, psicológico, histórico…) El obispo Huovinen ha dicho también (y ha dicho bien) que “la unidad no se realiza sin la verdad” y que el único camino que podemos recorrer es “el de la verdad y la caridad”. Si algo podemos tener claro es que para semejante empeño hacen falta un poder, una inteligencia y una bondad, que superan las fuerzas humanas.
 
Por eso el Papa contempla este camino a la luz de la Eucaristía, una fuente que no brota de nuestros planes y genialidades, sino del poder de Cristo resucitado. Los primeros cristianos la denominaban simplemente “paz”, esa paz cuyo reflejo luminoso se ha visto estos días en Bari.
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