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JUAN ARIAS DE NUEVO

La progresía gnóstica

Como un subproducto residual de los racionalismos e idealismos de los últimos siglos, se trata ahora de rebajar el cristianismo a gnosticismo. Lo bueno de Juan Arias es que abiertamente dice lo que muchos disimulan, que la mentalidad gnóstica es altamente clasista y discriminatoria: aquí vienen a parar los progresismos.

Como un subproducto residual de los racionalismos e idealismos de los últimos siglos, se trata ahora de rebajar el cristianismo a gnosticismo. Lo bueno de Juan Arias es que abiertamente dice lo que muchos disimulan, que la mentalidad gnóstica es altamente clasista y discriminatoria: aquí vienen a parar los progresismos.
Juan Arias, el gnóstico preferido de la progresía

El visitante del convento de San Marco de Florencia con facilidad queda subyugado por la etérea suavidad de los frescos de Fra Angelico, que no son sino una hermosa glosa de los pasos evangélicos. En uno de ellos, podemos encontrar representada la escena conocida como Noli me tangere (Jn 20,11-18). Cristo y la Magdalena se encuentran en un jardín que recuerda, en su vegetación minuciosa y un tanto ingenua, el paraíso que, en la Anunciación del Museo del Prado, queda a las espaldas de Adán y Eva. Entre la verdura de la floresta destaca el blanco de la piedra de la tumba vacía en la que se abre una puerta que parece ser la entrada a ese recobrado paraíso. La Magdalena, vestida en ligeros tonos salmón, de hinojos, con un contenido gesto de los brazos, mira tierna y suplicante al Señor resucitado, que ingrávido se gira levemente hacia ella mientras se aleja con la azada sobre el hombro. El que fuera confundido por ella con el hortelano es a un tiempo el nuevo Adán que cultiva el jardín del Edén.

Juan Arias, el que fuera corresponsal de El País en Roma, tras libros como El Dios en quien no creo, El Dios del papa Woytila, Un Dios para el 2000, Jesús, ese gran desconocido, vuelve a la carga con una nueva publicación, La Magdalena, el último tabú del cristianismo, con motivo de la cual el diario susomentado le ha hecho una entrevista que, por su claridad, recomendaríamos a la editorial que la incluyera en la contraportada de la próxima edición para mayor información al posible comprador, ya que en ella se muestra diáfanamente cual es el meollo de la concepción del cristianismo que tiene el autor y no solamente él, es un buen exponente de una importante corriente de pensamiento religioso fuertemente apoyada por determinados medios de comunicación. Como un subproducto residual de los racionalismos e idealismos de los últimos siglos, se trata ahora de rebajar el cristianismo a gnosticismo. Lo bueno de Juan Arias es que abiertamente dice lo que muchos disimulan, que la mentalidad gnóstica es altamente clasista y discriminatoria: aquí vienen a parar los progresismos.

El gnosticismo ha considerado que hay varias categorías de hombres: carnales, psíquicos y pneumáticos. Mientras que el cristianismo siempre enseñó que todos los hombres, sin excepción, son creados a imagen y semejanza de Dios y que la llamada a la divinización es universal, para todos ellos. Por tanto, la revelación divina es pública, mientras que en el gnosticismo hay una revelación privada que sólo se trasmite a determinados individuos, los pneumáticos, ya que la salvación se basa en el conocimiento y no en la misericordia divina. Todo esto es claro en Juan Arias, “La Magdalena venía de una corriente gnóstica, que todo lo basaba en el conocimiento”, “La Magdalena era una mujer iluminada, que precisamente culturizó a Jesús en la corriente gnóstica. Jesús les hablaba a los apóstoles en parábolas, porque eran hombres toscos, mientras que La Magdalena era su interlocutora intelectual”. De modo que Jesús distingue y dice a unos unas cosas y a otros otras, es decir, que, según Juan Arias, establece un clasismo soteriológico: “Pedro y Pablo se enfadaron. ¿Por qué le revela a una mujer lo que no nos revela a nosotros?”

Donde el clasismo se ve claro es también en el matrimonio. Según Juan Arias “los gnósticos […] consideraban imprescindible que los hombres se casaran. El que no se casaba era la mitad de un hombre”. Por ello, refiriéndose a Jesús dice: “Y si era hombre en todo, ¿por qué no había de serlo también en cuanto al sexo?” Pero el ser sexuado no obliga a realizar actos sexuales, no se es menos hombre por ser soltero. Y remacha este autor: “Que Jesús estuvo casado no lo discute ningún biblista serio hoy en día”. En esto tiene razón, no conozco a ninguno que pierda el tiempo con tan imaginativas y mal documentadas hipótesis.

Dios no da a conocer ideas sobre Él, sino que se nos da a conocer, la revelación divina es Dios mismo que se ha hecho hombre, visible, audible y palpable para todos. Y visible para todos lo es también, en la Capilla Scrovegni de Padua, el fresco del Giotto sobre el Noli me tangere. Pero de nada sirve conocer todos los misterios si no se ama (1Cor 13,2).
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