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CATOLICISMO Y VIDA PÚBLICA

Las cartas boca arriba

El sacerdote y periodista Manuel María Bru acaba de publicar el libro Somos libres. El autor dirige el programa “Es Domingo” en la Cadena COPE. El título es el lema emblemático de la presentación de la cadena radiofónica católica. Se trata de una obra muy documentada y autocrítica, que pone las cartas boca arriba y ayuda a entender el papel insustituible de la COPE frente a las actuales amenazas estructurales a la libertad.

El sacerdote y periodista Manuel María Bru acaba de publicar el libro Somos libres. El autor dirige el programa “Es Domingo” en la Cadena COPE. El título es el lema emblemático de la presentación de la cadena radiofónica católica. Se trata de una obra muy documentada y autocrítica, que pone las cartas boca arriba y ayuda a entender el papel insustituible de la COPE frente a las actuales amenazas estructurales a la libertad.
Los miembros de ERC acosando a los trabajadores de la cadena COPE, antes de refugiarse en el Parlamento

Esta etapa de nuestra historia es de una complejidad y un oscurantismo tales que generan más inseguridad y temor que esperanza y libertad. Lo que ofende e inquieta no es el discurso embaucador gubernamental, sino la deslealtad y la mentira que encubre.

Creo que si todos pusiéramos las cartas boca arriba, es decir, si todos dijéramos con claridad desde qué presupuestos ideológicos, éticos, políticos y culturales hablamos y por qué decidimos hacer unas cosas y rechazar otras, todo podría ir mejor: la convivencia sería más constructiva, el diálogo sería más fiable y enriquecedor, la práctica de la política sería más de acuerdo al bien común. Desgraciadamente, nada es así.

Vivimos en un mar de engaños y mentiras en el cual los hechos se precipitan de manera irreversible: se cambia a ritmo acelerado el modelo del Estado, se entierra el espíritu de la Transición, se convierte la Constitución en papel mojado, se pervierte el lenguaje y se inventa la realidad al estilo totalitario. Y todo ello a espaldas de los ciudadanos. Tenemos un Gobierno que cede ante las exigencias dudosamente constitucionales de unos trescientos mil ciudadanos y se burla de cuatro millones que pusieron su firma para exigir participar en el referéndum del Estatuto catalán, que va a servir de guía a todos los demás, y que cambia el modelo del Estado y la Constitución de 1978. Somos víctimas de un Gobierno que desprecia las firmas de tres millones de familias que reclaman condiciones reales de libertad de educación y de enseñanza para sus hijos. Y como éstos, más y más.

Y así están las cosas, porque tenemos un Gobierno que salió de unas elecciones viciadas por la manipulación de una masacre que, no entiendo por qué, hay tanta gente interesada y comprometida en tapar. La simple lectura del texto de la instrucción del 11-M realizada por el juez Del Olmo y la fiscal Olga Sánchez es para echarse a temblar. Un discernimiento ético sobre este hecho, que determina estructuralmente la situación revolucionaria actual, con independencia de las preferencias políticas de partido, no admite ni el silencio, ni la evasión, ni la mansedumbre, ni la supuesta generosidad cristiana del olvido en beneficio de la unidad y la fraternidad.

Cartel de fans de la COPESi este Gobierno no pone las cartas boca arriba sobre los hechos sangrientos y oscuros que precedieron a su llegada al poder, nadie con un mínimo sentido de la dignidad puede permanecer en silencio y con los brazos cruzados. Llama la atención que muy pocos medios, entre ellos la COPE, estén decididos y comprometidos en poner las cartas boca arriba sobre los antecedentes sangrientos a la llegada al poder de los actuales gobernantes, habiendo dicho el Juez Instructor que el atentado fue cometido para cambiar el Gobierno. Si los poderes públicos –el legislativo, el judicial y el ejecutivo– no lo hacen, y parece que no lo van a hacer, porque ya se están encargando de impedirlo, como en los tiempos de los GAL, tenemos que obligarlos a hacerlo. O tenemos que hacerlo nosotros, los ciudadanos, apoyados en los periodistas y los medios que lo están haciendo.

Algunos católicos creen de buena fe que es posible estar en la vida pública y en la pelea diaria sin mancharse; pasar impolutamente por el lodazal sin una salpicadura. Esto sólo es posible si uno rodea el lodazal y evita entrar en él. Es un poco parecido a lo que dice Lipovetsky en La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Dice el autor que vivimos en la "era del vacío" que genera un altruismo indoloro, yo diría una caridad indolora, recluida en "islas de humanidad" en medio de un sistema inhumano y perverso, construido sobre la muerte y la mentira.

En definitiva, lo que nos esclaviza y aliena es el miedo a la verdad, primero a la verdad de los hechos. Parece que nos da miedo desentrañar la realidad sobre la cual se tejen nuestras decisiones y nuestros compromisos. La COPE, desde su ideario inspirado en el Evangelio y en la Doctrina social de la Iglesia, no puede renunciar a la tarea de poner boca arriba las cartas de este régimen de mentira, manipulación y ocultamiento de la verdad.

La Iglesia no duda al afirmar que los medios de comunicación son unos potentes instrumentos de solidaridad y de convivencia pacífica si están al servicio de una información verdadera y justa, de la libre circulación de las ideas que favorecen el conocimiento y la participación democrática. Ignorar u ocultar, por molestos, algunos aspectos de nuestra realidad y del sufrimiento de las víctimas ocasionados por graves injusticias, por estructuras de pecado y organizaciones intrínsecamente perversas, es una elección cómplice del mal y éticamente inaceptable.

La cuestión de la verdad es esencial para la convivencia y la paz. La práctica del engaño y la perversión del lenguaje en la comunicación es violencia. Para ser libres nos toca jugar la carta de la verdad.

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII"
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