Menú
La asignatura pendiente de la Iglesia

Las lecciones de la Editorial Encuentro

La Iglesia católica en España aún tiene una asignatura pendiente: escribir, en clave de revisión, su historia más reciente. Durante los cincuenta y sesenta se impuso la corriente de la autocrítica del sistema definido como nacional-catolicismo, al compás de la influencia de una nueva teología. Llegaron los setenta y al milagro económico español le acompañó la hecatombe ideológica. Se hizo mal la digestión del Concilio; parecía como si vivir aceleradamente era la única garantía de la pervivencia.

La Iglesia católica en España aún tiene una asignatura pendiente: escribir, en clave de revisión, su historia más reciente. Durante los cincuenta y sesenta se impuso la corriente de la autocrítica del sistema definido como nacional-catolicismo, al compás de la influencia de una nueva teología. Llegaron los setenta y al milagro económico español le acompañó la hecatombe ideológica. Se hizo mal la digestión del Concilio; parecía como si vivir aceleradamente era la única garantía de la pervivencia.
'30 años de Encuentro', de José Miguel Oriol
Durante el pasado fin de semana, gracias a la generosidad de un buen amigo que siempre lo demuestra cultivando mis caprichos intelectuales, leí de un tirón un documento que, seguro, pasará inadvertido a no pocos, pero que, probablemente, representa el descargo de conciencia y la propuesta de ciencia más esclarecedora que sobre la cultura española contemporánea, especialmente la católica, se ha escrito. Es el libro de José Miguel Oriol, presidente de la editorial Encuentro, titulado 30 años de Encuentro.

Lógicamente, el título se refiere a la editorial de ese nombre, que es el hilo argumental del relato de una resurrección de la vida apostólica, de la presencia social, de la identidad cristiana, en un grupo de personas, siempre inquietas, que buscaron y encontraron en las formulaciones de Comunión y Liberación el decodificador de su existencia. Es paradójico cómo, también en aquellos años, a pocos kilómetros, por no decir a pocos metros, del inicio de la narración, otro buscador inquieto, Kiko Argüello, asumió una formulación de la fe, junto con Carmen Hernández, de similares tensiones y divergentes expresiones.
 
La vida apostólica de José Miguel Oriol, desde ZYX, pasando por ZERO-ZYX, hasta llegar a Encuentro es, al mismo tiempo, síntesis de una parte del catolicismo que supo adelantarse a los tiempos y poner la venda de la aceptación íntegra y plena de la confesión de fe a la herida de la ideología. De la editorial ZYX, como de la HOAC, como del catolicismo social español más genuino, recuerdo aún lo que en aquellas tardes en el cantábrico nos contaba Julián Gómez del Castillo al inquieto coetus de estudiantes de Salamanca. Hay un breve párrafo del libro arriba citado que sintetiza la coincidencia argumental entre los supervivientes de aquella tormentosa travesía de los movimientos especializados. José Miguel señala que la diferencia del cristianismo de izquierdas de los hoacistas y la revolución cristiana que se encontró en el pensamiento de don Giussani radicaba en que "nosotros partíamos como criterio de juicio, si es que lo teníamos, de un pensar deseoso (wishful thinking), ellos partían siempre en su modo de juzgar de un Hecho acontecido y tenían un criterio de juicio que nacía de ese Hecho: lo que llamaban la identidad cristiana, una categoría de juicio que yo no había oído nunca".
 
Han pasado muchos años. La historia no se ha detenido. Pero aún somos testigos de los coletazos de algunos procesos que, desde entonces, entonan el gorigori. En nuestros días es especialmente preocupante el fenómeno de la politización de los católicos, proporcional a la creciente impotencia política en la vida pública.  El debilitamiento de la unidad orgánica del hecho cristiano lleva consigo el debilitamiento del valor de la historia, del presente, de la esperanza. Esta situación desmoviliza las fuerzas de la unidad católica –¿acaso muchos de los problemas actuales de no pocas instituciones, organismos, centros de la Iglesia católica no es la falta de unidad?– y debilitan la lucha contra esa mentalidad dominante que el otrora cardenal Ratzinger denominó la dictadura del relativismo.

El jesuita Horacio Bojorge, glosando en un reciente y extenso artículo el libro del P. Alfredo Sáenz S. J. La Nave y las tempestades, publicado en Buenos Aires en 2002, señalaba que "si el poder político de Constantino y sus sucesores se empeñó en lograr la unidad de la Iglesia católica como un bien político, parecería que el poder político global del mundo moderno favoreciera, por serle más congenial, al cristianismo protestante y la protestantización del catolicismo". Es decir, su ideologización como forma de disolución.
0
comentarios