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REDUCCIONISMO DE LA FE

Los modelos de Boff

El último viaje del Papa ha suscitado la torrentera de comentarios que cabía esperar. Uno de los análisis que no podía faltar es el del publicista brasileño Leonardo Boff. En el artículo que escribió para el diario argentino La Nación, para situar las intervenciones papales y calificar esta visita, hace una exposición sobre los dos modelos de catolicismo que, a su juicio, están presentes en Brasil. La disyuntiva que nos presenta es entre un catolicismo devocional y uno de compromiso ético.

El último viaje del Papa ha suscitado la torrentera de comentarios que cabía esperar. Uno de los análisis que no podía faltar es el del publicista brasileño Leonardo Boff. En el artículo que escribió para el diario argentino La Nación, para situar las intervenciones papales y calificar esta visita, hace una exposición sobre los dos modelos de catolicismo que, a su juicio, están presentes en Brasil. La disyuntiva que nos presenta es entre un catolicismo devocional y uno de compromiso ético.
Leonardo Boff

Evidentemente, tras decirnos en qué consiste cada una de las dos posibilidades, encasilla a Benedicto XVI en una de ellas. No sé si sería interesante preguntarnos si es justa la adscripción que hace y, si no nos parece adecuada, intentar rescatar al pontífice del apartado entomológico en que le haya colocado Leonardo Boff. Lo que sí me parece que merece la pena es preguntarse por la disyuntiva presentada, porque acaso ésta pudiera aplicarse no solamente a la Iglesia en Brasil, sino también a la Iglesia en toda América o incluso a la Iglesia en cualquier parte del mundo.

El modelo devocional católico, nos dice Boff, "tiene un cuño popular centrado en la devoción de los santos, la oración y los peregrinajes, y hoy, en su forma moderna, en la dramatización mediática con fuerte contenido emocional" y presenta un serio inconveniente, pues "no tiene potencialidad de transformación social, por estar volcado sobre sí mismo". Por su parte, el modelo del compromiso ético "se inspira en la acción católica y en las pastorales sociales y culmina con la teología de la liberación"; además "este modelo requiere mediaciones socioanalíticas porque está interesado, desde su perspectiva espiritual, en la transformación social". Frente al gran inconveniente del primero, éste presenta la ventaja de que "articula constantemente fe, justicia y evangelio con compromiso de liberación". Nótese que el modelo está coronado por la teología de la liberación. Y claro, no es necesario señalar que Leonardo Boff se decanta por el del compromiso ético.

Procesión¿Pero son realmente éstas las dos únicas posibilidades que se le presentan a la Iglesia o al católico de vivir su fe en Brasil o donde sea? Evidentemente, si a uno le ponen delante una encrucijada en la que solamente le cabe escoger entre sentir bonito o hacer el bien, la elección es clara. Pero, si además le dicen a uno que alguien ha preferido la opción de reducir el cristianismo a sentir emociones por vía devocional o de "dramatización mediática" mientras millones de personas tienen carencias materiales de todo tipo, la censura hacia el tal no se hará esperar. ¿Pero esta encrucijada es real? ¿Cuál es la verdadera disyuntiva del cristiano?

Tanto el modelo devocional como el de compromiso ético que nos presenta Leonardo Boff tienen la misma carencia: son un reduccionismo del catolicismo; prueba de ello es que, en el retrato que se nos hace de ambos, Dios brilla por su ausencia. El uno reduce el catolicismo a las emociones, el otro a la moral. Es verdad que la vivencia de la fe, al ser la de un hombre, tiene emociones, pero el fin del cristianismo no es sentir emociones, por hermosas que estas sean o por mucho que vengan de Dios.

También es verdad que el cristianismo comporta un deber ser, pero, por muy ilustrado o dieciochesco que sea, la fe no se puede reducir a ética; es mucho más que eso. Porque el cristianismo es, ante todo, el encuentro y el seguimiento en el Espíritu de una persona, Jesucristo, en camino hacia el Padre. Lo que le tenemos que agradecer al publicista brasileño es que nos haya descrito tan bien dos tentaciones muy reales que sufre la Iglesia en nuestros días. Tan reales son que es fácil encontrar casos en que se plasma cada uno de los dos modelos. El dilema no es devocionalismo o moralismo, sino fe autentica o un reduccionismo de ésta, sea del tipo que sea. Uno de los posibles sería prescindir del hoy, pues siempre uno de los grandes retos de la Iglesia, y nuestra época no puede ser una excepción, es vivir el seguimiento de Cristo a la altura de los tiempos. Pasatiempo final, sin premio para los acertantes: ¿Dónde sitúa Leonardo Boff al Papa? ¿Dónde cree usted que está Benedicto XVI? ¿Y usted dónde se coloca?... –"Bien, vale, ¿pero podría decir este publicista español qué es en concreto eso de estar a la altura de los tiempos?"

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