En efecto, la Ministra Salgado se había despachado a gusto sobre la irracionalidad de la Iglesia en el asunto de la prevención del SIDA; según ella, sus posturas (a saber, educar en el recto uso de la sexualidad y en la fidelidad conyugal) son impracticables e inútiles en la lucha contra la pandemia, y obedecen a mitos precientíficos. No sólo eso: la Iglesia, con su intransigencia, estaría contribuyendo a la extensión de la enfermedad.
Por una vez, lo repito, en vez de esconder la cabeza y encajar el golpe, o en lugar de responder dialécticamente (¡y tú más, Ministra!), alguien tomó la iniciativa. Y así, el Secretario de la CEE, Padre Martínez Camino, se dirigió por carta a la ministra para pedirle una entrevista en la que deshacer malentendidos y prejuicios mutuos, y encontrar una base común en la lucha contra el SIDA. La señora Salgado tardaba en responder, de modo que el tenaz Secretario dio a conocer su intención a los medios, y sólo entonces llegó la respuesta de Sanidad, y el 18 de Enero, el día de autos, tuvo lugar el encuentro, distendido y cordial según relatan las crónicas.
Martínez Camino llevaba en su cartera el Plan de prevención integral contra el SIDA conocido por las siglas ABC (abstention, befaithfull, condom), que había publicado la prestigiosa revista The Lancet con la firma de un buen puñado de científicos, entre ellos varios premios Nobel. Subrayemos un dato: el Secretario de la CEE no acudía a un debate teológico provisto del arsenal del Dezinger, sino a un diálogo en campo contrario, con un responsable público que hasta ese momento negaba a la Iglesia la capacidad de hacerse presente en un debate de interés general, manteniendo su propia identidad. La ABC, aplicada en países como Uganda, ha puesto de relieve el fracaso de las inversiones multimillonarias en preservativos llevada a cabo por las agencias de la ONU, y el éxito de políticas razonables como la desarrollada por el Presidente Museveni, que ha conseguido reducir drásticamente las cifras de la enfermedad con un programa que propone recuperar los valores familiares conforme a la tradición del país. Resulta que la Iglesia no andaba descaminada: educar para un amor fiel y para una sexualidad responsable, es también un instrumento eficaz en la política de prevención, y de eso se trataba en la entrevista con doña Elena Salgado.
La fase final del disparate, nos dibujaba a un Martínez Camino a los pies de los caballos, sentado en el banquillo de los acusados e inclinando la cerviz ante las exigencias despóticas de Roma, y con esto se cerraba el guión de una película que seguramente estaba escrito de antemano. No me extraña de algunos medios, pero me duele y me asusta ver crecer esta planta en el propio jardín de la Iglesia. Creo que hay muchas cosas que aprender de este nuevo revolcón mediático, y espero que junto a las necesarias precauciones, una de ellas sea recordar que nuestro campo es el mundo, y que tenemos que arriesgarnos a vivir la fe al aire libre con todas sus consecuencias, incluso a riesgo de ser manipulados e incomprendidos. Como ha hecho el P. Martínez Camino.