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CINE

Oh, Jerusalén

La prensa ha recibido con frialdad o con desprecio la adaptación cinematográfica de la famosísima novela Oh, Jerusalen! que en 1971 escribieron Dominique Lapierre y el ya desaparecido Larry Collins. A mi modo de ver se trata de una valoración tan injusta como intelectualoide.

La prensa ha recibido con frialdad o con desprecio la adaptación cinematográfica de la famosísima novela Oh, Jerusalen! que en 1971 escribieron Dominique Lapierre y el ya desaparecido Larry Collins. A mi modo de ver se trata de una valoración tan injusta como intelectualoide.
Fotograma de Oh, Jerusalén

En primer lugar recordemos los hechos que dieron lugar a la novela. El 14 de mayo de 1948 el judío polaco Ben-Gurión proclamó en Tel Aviv la independencia del Estado de Israel. En ese momento le declararon la guerra siete estados árabes: Egipto, Siria, Jordania, Líbano, Irak, Arabia Saudita y Yemen. Fue el comienzo de la Guerra de Independencia de Israel.

Este es el trasfondo de la novela en la que lector se enfrenta a los diversos sujetos del conflicto: los británicos, las tropas de Abdel Kader y de la Legión Árabe, los combatientes del Irgún y del grupo Stern y los distintos agentes secretos. Pero la novela prefiere contar todo desde diferentes puntos de vista, a través de dos amigos, uno árabe y el otro judío. La adaptación cinematográfica ha sido responsabilidad de Elie Chouraqui, que la rodó en 2006 con dinero francés, británico, italiano e israelí. La protagonizan Saïd Taghmaoui, J.J. Feild, Patrick Bruel, Ian Holm, Maria Papas, Tovah Feldshuh y Cécile Cassel. Ahora, con dos años de retraso, llega a nuestras pantallas aprovechando el sesenta aniversario de la creación del Estado de Israel.

Fotograma de Oh, JerusalénFueron muchos los directores que pudieron dirigir este proyecto que Lapierre ha tardado treinta y cinco años en ver consumado. Lapierre quería objetividad y equidistancia, y el director que más se barajó para el proyecto, Costa-Gavras, era radicalmente parcial, como siempre, en este caso pro-palestino. William Friedkin fue otro director que mostró su interés, atraído por las escenas bélicas y de acción, pero ideológicamente tampoco era neutral.

Del otro lado, gravitaba de fondo la sombra de Éxodo, la famosa superproducción de Otto Preminger protagonizada por Paul Newman. Pero de todos es sabido que el guión de Dalton Trumbo se inspiraba en la novela de Leon Uris, que hacía una lectura claramente sionista de los hechos.

Así pues, finalmente la elección recayó sobre el director y guionista Elie Chouraqui, al que ya conocimos en Las flores de Harrison. Este director de origen judío aborda, a mi parecer con éxito, una dificilísima adaptación, y expone aquellos hechos complejos con gran capacidad de síntesis y claridad pedagógica. Aunque hubiera necesitado un poco más de presupuesto para los efectos especiales. Además, algunos flashbacks del Holocausto resultan demasiado didactistas. Lo cierto es que la película funciona, tanto en el plano de la recreación histórica como en el nivel emotivo y dramático de los personajes. Una puesta en escena a veces esquemática y una fotografía dura y contrastada están al servicio de una historia que habla de cómo lo humano debe estar por encima de la política.

Sin embargo, en la revista Cinemanía (del grupo Prisa) se habla de "drama anacrónico y vacío. (...) huele a superproducción caduca", y en El País se afirma que "Chouraqui se apunta al sentimentalismo bienintencionado para públicos poco exigentes; a la demagogia, el simplismo y la caricaturización del semblante de sus figuras históricas". Pero tampoco el grupo Vocento muestra entusiasmo. En el Diario ABC se lee: "Desfondada de valentía, entrega y pasión (...) más que neutral, es neutra (...) Tan correcta como desangelada." Y en El Mundo encontramos: "Una sucesión deslavazada de episodios sin prácticamente interconexión entre ellos. (...) el mensaje pacifista y pro hermandad entre pueblos es de una candidez desarmante."

No se lo pongo fácil. Pero yo se la recomiendo.
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