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¿AYUDA O PROPAGANDA?

ONG, ZP y la foto

El sábado pasado, ZP se ha acercado hasta una tienda de “comercio justo”, se ha reunido con algunas organizaciones no gubernamentales de la Alianza contra el Hambre, ha tomado café, supongo que de comercio justo, y ha prometido dar mucho dinero a los pobres. Me parece muy bien. Me alegro.

El sábado pasado, ZP se ha acercado hasta una tienda de “comercio justo”, se ha reunido con algunas organizaciones no gubernamentales de la Alianza contra el Hambre, ha tomado café, supongo que de comercio justo, y ha prometido dar mucho dinero a los pobres. Me parece muy bien. Me alegro.
ZP tras su reunión con las ONG

Al día siguiente de aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el 2006 en el Consejo de Ministros, ZP no podía recibir un regalo mejor. Se reunió con un grupo de ONG, se hizo la foto y le pusieron las cámaras para que dijera que los suyos son unos presupuestos muy solidarios, con mucho gasto social y mucha ayuda a la cooperación al desarrollo. Yo me alegro que nuestro Gobierno se ponga “en primera línea de la lucha contra la pobreza”; me alegro que haya manifestado el deseo del “formidable incremento” del 37 por ciento de la partida dedicada a la cooperación internacional. Me alegro y crece en mí la esperanza siempre que nuestros mandatarios dicen que van a terminar ya con la pobreza. Como ciudadano estoy dispuesto a pagar impuestos equitativos, para que sean bien administrados por los poderes públicos en beneficio de todos. Como cristiano asumo que la señal distintiva de la Iglesia, la de su Maestro, es la práctica preferente del amor (ahora se dice “solidaridad”) a los más pobres y débiles. Los que vivimos bien estamos en deuda con los que malviven en este mundo que es la tierra de todos. Los pobres no son hijos de un dios menor, son hijos de Dios.

Esto no puede hacernos perder la perspectiva de la realidad y la exigencia, la sana indignación y la denuncia justa. Bajo la sigla "ONG" hay una realidad amplia, heterogénea y compleja. Las organizaciones no gubernamentales, como se deben a la solidaridad de todos los ciudadanos, no pueden tener color de partido y no pueden servir de decorado para ninguna foto, cuando ésta tiene más carga de publicidad que de realismo. Pienso que las organizaciones no gubernamentales tienen que desempeñar una misión pedagógica en la sociedad. Los esfuerzos que realicen por activar el diálogo y la cooperación de los poderes públicos con los países empobrecidos no pueden desvirtuar el significado y el alcance del compromiso con los débiles y los pobres.

Dar más dinero no significa inmediatamente más solidaridad y más desarrollo. En España, decir que se va a gastar más dinero en partidas sociales, en educación y sanidad, por ejemplo, no es garantía de más calidad, mejor servicio a los ciudadanos y más bienestar. No se puede engañar a los ciudadanos; depende de cómo lo gestionemos. Si trasladamos el gasto a la ayuda al tercer mundo, tenemos más de lo mismo. Hay que ver bajo qué condiciones se entregan las ayudas, si son ligadas a la compra de armamento, al intercambio de productos nacionales o a apoyar empresas españolas en países en vías de desarrollo. También queremos saber a qué países y a qué organizaciones se van a dar las ayudas.

Y, sin embargo, “los pobres no pueden esperar”. Con esta frase pronunciada por Juan Pablo II en su viaje a Chile en 1987, el cardenal Angelo Sodano terminó su intervención en la última Asamblea General de la ONU. Tengo para mí que la ayuda de los países desarrollados, de gobierno a gobierno, puede incluso ser nefasta si, como decía el cardenal Sodano en su discurso, “los gobiernos en los países en vías en desarrollo, que tienen el deber de combatir la corrupción, garantizar la legalidad y, sobre todo, de comprometerse en los aspectos sociales del desarrollo”, no asumen sus responsabilidades.

En este punto, las organizaciones no pueden hacer dejación de sus funciones y de su razón de ser. Zapatero pudo decir en la última Asamblea de las Naciones Unidas que hay que luchar contra la corrupción económica y política, contra la mala administración y contra la complicidad corruptora de los países ricos. Y no lo dijo. Esperábamos que estuviera en primera línea defendiendo medidas y compromisos concretos en la lucha contra la pobreza, en orden a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Tampoco lo hizo. La Cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno, una vez más, fue un fracaso, un insulto a los pobres. Como está siendo habitual, dejaron en manos del Banco Mundial, del FMI y de la OMC, organismos escasamente democráticos, las decisiones que afectan a los países en vías de desarrollo. Y ya conocemos lo que podemos esperar de estas instituciones: más planes de ajuste estructural, más restricciones en gasto social y más libertad de comercio en un mercado mundial dominado en unos casos por monopolios y en otros por políticas proteccionistas. Todo un ejercicio de cinismo de los poderosos, que pretenden maquillar con limosnas. En Portugal decimos que “quando a esmola é grande, o pobre desconfía”. ¿Está ZP decidido a dar la batalla en el seno de la Política Agraria Común para terminar con las subvenciones a la producción y exportación de los agricultores europeos para no dañar las economías débiles de los países en vías de desarrollo? ¿Está decidido ZP a eliminar la venta de armas ligeras y armamento a países en vías de desarrollo?

Los países pobres no son pobres, son pueblos empobrecidos. En general, son ricos en materias primas, en capacidad de trabajo, en valores culturales, en riqueza ambiental… Son capaces de ser emprendedores, de convertirse en pequeños empresarios e inversores, de comerciar con sus productos de calidad. No tengo ninguna duda, hay que mejorar e incrementar la ayuda al desarrollo, ya sea oficial ya sea a través de las ONG, hasta alcanzar no el 0’7, sino todo lo más que podamos, porque sigue siendo un deber de justicia al servicio de la dignidad humana.

 

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social “León XIII”
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