"Todas las personas, sin exclusión tienen derecho a escoger la forma que deseen para regular su vida en común". La afirmación no se refiere al derecho a asociarse, aunque podría valer. El contexto del artículo nos indica que se trata de la actual problemática del matrimonio, pese a que en tan laxo aserto podría caber casi cualquier cosa. Habría que preguntarse si vale cualquier tipo de vida en común bajo la forma del matrimonio, porque, según esto, si todos pueden escoger cualquier tipo de vida en común, tal vez podría valer hablar de matrimonio entre un padre y su hija, entre dos hermanas, entre dos varones y una mujer, entre varias mujeres y un varón... y lo que sin exclusión cualquiera podría escoger como aquello que querría llamar matrimonio. Conforme a esto, Mary Kay Letourneau no habría ingresado en prisión por haber mantenido relaciones sexuales con su alumno Vili Fualaau, cuando éste tenía 12 años, ya que los dos son personas y querían regular su vida en común bajo la forma del matrimonio.
"Si todos somos iguales ante la ley, todos debemos tener la posibilidad de optar por una forma de convivencia que tiene (sic.) consecuencias jurídicas, sociales y económicas, de ahí que no sea indiferente que se llame 'matrimonio' o 'unión'". Efectivamente, no es lo mismo usar un término que otro. El matrimonio no es simplemente un modo de convivencia, sino que lo es entre dos personas y caracterizada por una unión de vida y amor que no está cerrada sobre sí misma, sino que constitutivamente está abierta a la procreación, es decir, siendo convivencia de dos personas es más que convivencia. Las meras convivencias de dos personas no son matrimonio por excluir el engendrar una familia y las relaciones homosexuales, en concreto, de suyo son estériles, no pueden ser nunca un matrimonio. T. Jiménez debería darse cuenta de que para que algo tenga "consecuencias jurídicas, sociales y económicas" no es necesario que se llame matrimonio, el legislador puede crear otra institución, pues, en buena práctica jurídica, las realidades distintas deben tener cada una su propia regulación.
"La Iglesia católica no puede comportarse hoy día (eso pertenece al pasado) como un poder político, sino como una instancia moral y, en tal condición, tiene que respetar la autonomía de las autoridades políticas". Lo de la autonomía del orden social y político es algo que brota del Evangelio y que el cristianismo ha hecho que tome cuerpo en occidente, ya que, si hay alguna religión que no tenga una visión teocrática del Estado, ésta es el cristianismo. Por otra parte, me gustaría a mí saber en qué se está portando la Iglesia como un poder político o en que casos ve Trinidad J. que no respeta la autonomía de los poderes estatales, pues, si así fuera, iría en contra de su propia doctrina.