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MANIFESTACIÓN DE LA AVT

Por ellos, por todos

El próximo 4 de junio, no estaremos todos con las víctimas del terrorismo. Algunos están entretenidos interesadamente en disquisiciones cínicas, y lo que realmente interesa es la vida y la dignidad de las personas. Las víctimas del terrorismo no se merecen la presión, el chantaje y la manipulación que están sufriendo desde algunos sectores.

El próximo 4 de junio, no estaremos todos con las víctimas del terrorismo. Algunos están entretenidos interesadamente en disquisiciones cínicas, y lo que realmente interesa es la vida y la dignidad de las personas. Las víctimas del terrorismo no se merecen la presión, el chantaje y la manipulación que están sufriendo desde algunos sectores.
Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA
En este momento, no hay lugar para mezquindades de grupos, partidos, asociaciones y celebridades. Ante las víctimas, sólo cabe el respeto y el apoyo, y si no sabemos qué decir, basta con la presencia y el silencio acogedor. Yo iré a la convocatoria con un grupo de familiares y amigos, primero, para estar con las víctimas del terrorismo; y segundo, para manifestarnos en contra del desorden establecido.
 
Hasta la masacre del 11M, parece que teníamos claro que todos estábamos con las víctimas del terrorismo. Pensábamos todos –yo sigo pensando– que el sacrificio de las víctimas, de los vivos y de los muertos, es portador de la fuerza moral y del sentido de justicia que debe animar la construcción de la convivencia entre todos. Desde hace un par de años, parece que existe la pretensión de que todo eso se esfume y se olvide, para poner por delante los objetivos de los delincuentes y de los que están esperando recoger los frutos en forma de poder político. Parece como si los cuarenta años del terrorismo de la ETA se hubieran fusionado con el terrorismo del 11M y empezara una nueva etapa de nuestra historia. Los pobres mortales no tenemos pruebas ni nos corresponde aportarlas para afirmarlo. Tampoco tenemos la certeza moral para no denunciarlo como preocupación, pero estamos atentos al desarrollo de la historia, sobre todo a la vista de las mentiras ensayadas, los engaños y los obstáculos que se van acumulando en torno a la investigación de la diabólica masacre. Me viene a la mente lo que dijo Séneca: "No puedo decirte quiénes me irritan más, si los que quieren que no sepamos nada o los que nos dejan ignorar".
 
A esta nueva situación podríamos aplicar el descriptivo que Emmanuel Mounier, filósofo personalista cristiano, del cual celebramos este año el centenario de su nacimiento (1 abril 1905-2005) aplicó a otras circunstancias dramáticas: "el desorden establecido". Me parece que es la mejor descripción de la España de Zapatero, que no es sólo de ZP, sino también de los nacionalistas excluyentes, “bienvenido al club de Perpiñán”, de los cuales depende la estabilidad del pedestal del poder que disfruta. Visto desde hoy, parece como si todo estuviera preparado y paulatinamente ejecutado, con la agitación callejera y mediática de la opinión pública, tomando como pretexto el desastre del Prestige y la guerra de Irak. Con ello empezó la etapa peligrosa en la que estamos hoy: la transición de la confrontación, es decir, el desorden establecido.
 
No es agradable hablar de estas cosas, pero tenemos que hacerlo para estar junto a las víctimas, que no hablan de venganza, sino de valores y de bienes que son prioritarios sobre otros: la vida, la dignidad, la justicia, la convivencia, la unidad. No podemos acomodarnos en la inconsciencia, en la ingenuidad o en lo políticamente correcto. Existe el derecho a convivir en paz, pero no pertenece a nadie el derecho a machacar a los demás para conseguir pretensiones políticas por muy interesantes que sean. Las exigencias generales del modelo de convivencia diseñada en la Constitución española deben prevalecer sobre las aspiraciones particulares. Para ello, hemos de recuperar el espíritu y las formas de la transición del consenso y la reconciliación de los años setenta, conducida por la derecha y alabada por todo el mundo como un proceso modélico del paso de un régimen de poder personal a un sistema de vida democrática.
 
Tengo la impresión de que esa transición se acabó con la masacre del 11M, y con el poder adquirido por ZP y Rubalcaba, el que fue portavoz de los gobiernos socialistas implicados en los crímenes de los GAL. Y no puedo dejar de preguntar: ¿no hay en el partido de Zapatero socialistas con más sentido de la dignidad para poner un poco de racionalidad y moderación en lo que nos está pasando? ¿Podemos quedar impasibles ante el desorden establecido, que convulsiona la sociedad y daña peligrosamente el valor supremo de la convivencia? ¿No se dan cuenta de la dinámica destructiva de la convivencia en la que nos han metido?
 
Manifestación de la AVTYo creo que somos más los que queremos seguir construyendo nuestra convivencia sobre fundamentos racionales; uniendo, no enfrentando, edificando sobre el pasado, no destruyéndolo, abriendo la mente y el corazón, no cerrándolos. Esto es, al menos, lo que queremos aportar los que descubrimos en el pensamiento social de la Iglesia, el fundamento y el estímulo para nuestra acción; porque contiene principios de la vida social, política, económica y cultural de valor permanente, existe para ayudar a caminar juntos a creyentes y a no creyentes, en la construcción de un orden político justo y de la paz social. El Papa Juan XXIII, en la inolvidable encíclica Pacem in Terris (1963), sobre la construcción de la paz, propone aplicar cuatro pilares para ayudar a establecer esta convivencia entre las personas, los estados y la comunidad internacional: la verdad, la justicia, el amor y la libertad, valores que se entienden en toda su grandeza si los vinculamos a la dignidad de la persona. Por eso, el próximo 4 de junio, iremos a la manifestación “Por ellos, por todos. Libertad con dignidad”.
 
 
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social León XIII.
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