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12-N

Por la libertad de todos, no callaremos

El próximo día 12, quizá un millón de personas, o tal vez más, recorrerá las calles de Madrid por la libertad de educación para todos. En realidad, ésta es la continuación necesaria de la manifestación anterior a favor de la familia.

El próximo día 12, quizá un millón de personas, o tal vez más, recorrerá las calles de Madrid por la libertad de educación para todos. En realidad, ésta es la continuación necesaria de la manifestación anterior a favor de la familia.
Jaime Altieri: SILENCIO.
En algunos sectores y grupos de católicos se dice que sí, que hay que manifestar nuestra discrepancia con la ley de educación que pretende aprobar el Gobierno, pero que no es oportuno manifestarse en la calle, porque corremos el riesgo de que identifiquen a la Iglesia con los manifestantes y con la derecha. Lo que se lleva en algunos casos es no complicarse la vida, ponerse de perfil y esperar. Es una opción; no creo que sea la más responsable y audaz, sobre todo cuando está en juego algo esencial en la vida democrática: la libertad y la participación. En tales circunstancias, los seglares no pedimos a nuestros obispos que cojan la pancarta; lo tenemos que hacer nosotros, por vocación y por misión.
 
Sí debemos pedirles que no se escondan detrás de la pancarta. Necesitamos oír su voz, saber que están ahí y saber qué piensan, cuál es su palabra. Reclamar juntos el respeto y la protección para la familia no es una opción particular, sino un principio del bien común. Pedir libertad de enseñanza y de educación para todos no es una opción particular, sino una condición del bien común.
 
A estas alturas del recorrido democrático en España no debería ser necesario salir a la calle por la libertad. Desgraciadamente, es urgente hacerlo: para alertar contra las amenazas a la libertad y para hacer resurgir el aprecio y la lucha por este valor; para desenmascarar la represión sutil de lo "políticamente correcto" que domina gran parte de los medios de comunicación y de la opinión pública. Por eso nos manifestaremos el próximo día 12, no por unos intereses particulares, sino por un bien común; porque queremos libertad de educación y de enseñanza, gobierne Zapatero o gobiernen otros. 
 
En esto estamos. Escuchando al "agradable" y "encantador" Zapatero decir en la Asamblea de la ONU que, después del 11-M, en España se ampliaron las libertades de los ciudadanos. Los ejemplos que puso no pudieron ser más propagandísticos, de escaparate y provocación. Creerá que no nos damos cuenta, y muchos querrán distraernos con trifulcas de todo tipo. Pero, hoy por hoy, la escuela y la comunicación son dos de los espacios que están colocando a un lado a los represores de la libertad y al otro a los defensores de la misma.
 
Con su política educativa y de comunicación, ZP retrocede hacia los presupuestos revolucionarios de los años 1930 en adelante. Pensábamos que con el año 1975 y el pacto constitucional de 1978 habíamos decidido caminar juntos, construir espacios para la reconciliación y la tolerancia, trabajar y complementarnos desde la diversidad y la alternancia… Pero aconteció el 11-M y apareció ZP, con su revolución y sus socios, que negocian y son comprensivos con los terroristas y cercenan las libertades a los demócratas. 
 
A diferencia de lo que ocurre en todos los demás países de Europa, en España, con la irrupción de unos grupos políticos laicistas, que se hicieron con el poder a raíz de la masacre de 192 personas aquel 11-M, se ha entrado en una vía de retroceso hacia posturas ideológicas y políticas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Ahora, muchos preguntamos: ¿es posible el diálogo? ¿Es sincero Zapatero cuando repite la palabra diálogo?
 
Veo que el terreno está sembrado de tantos prejuicios, sospechas, rencores y sed de poder absoluto, que toda solicitud de diálogo por parte de la Iglesia y de las organizaciones de la sociedad civil que defienden la libertad de enseñanza y de educación no es escuchada. Si fuéramos capaces de limpiar los prejuicios de nuestra mente y nuestro corazón para ponernos a pensar en lo mejor para nuestros hijos, el diálogo sería posible y beneficioso para todos. Desgraciadamente, no lo veo posible, porque Zapatero es sólo la tapadera y la máscara sonriente de un radicalismo cuyo rostro no conocemos del todo.
 
¿Cuál es el problema de fondo? Creo que el problema de fondo es que Zapatero confunde el Gobierno con la sociedad y el Estado. Él cree que es la sociedad, porque él interpreta la voluntad de los ciudadanos; y, a la vez, él cree que es el Estado, el pueblo políticamente organizado en torno a él, porque tiene el poder; lógicamente, el derecho a decidir sobre la educación que recibirán nuestros hijos no lo tendrán los padres, sino el Gobierno. Lo ha manifestado la Comisión Permanente del Episcopado en una nota reciente: "El Proyecto de Ley atribuye a las Administraciones Públicas tal poder, que apunta a convertir al Estado en el único educador, olvidando que es a los padres a quienes asiste el derecho primordial, insustituible e inalienable de educar a sus hijos".
 
Los padres no necesitamos que el Estado controle las posibilidades y la libertad de elección de educación y de centro educativo; sí pedimos, por justicia y por derecho, que garantice las oportunidades reales de información y elección del tipo de educación que queremos dar a nuestros hijos. Este derecho es nuestro. Sólo en las dictaduras el Gobierno se apropia de este derecho de los padres.
 
Así las cosas, con la Ley Orgánica de Educación, todavía en trámite en el Parlamento, parece alcanzable el objetivo de conseguir una juventud todavía más ignorante y manejable. El mismo objetivo que persiguen con la concentración de medios en manos de los amigos multimillonarios y con la represión y la intimidación de los medios que, como la COPE, informan de la verdad y de los hechos que les duelen. Nos están arrastrando hacia el dirigismo informativo a través del monopolio de la comunicación y del secuestro de la palabra libre y la opinión, eso sí, apareciendo muy "agradables", con talante, en secreto y con discreción. En materia educativa, el Gobierno de ZP no sólo no sabe hacer bien las cosas, sino que nos lleva, una vez más, por la vía de la LOGSE, a la ruina educativa. Mientras, tenemos que escuchar, una y otra vez, la milonga de siempre: que la educación y la cultura son cosas de la izquierda; que la derecha es egoísta y retrógrada, que no sabe de educación de calidad y que promueve una cultura rancia.
 
Nosotros amamos la libertad, por eso la defendemos, porque "para ser libres, nos libertó Cristo". A lo largo de la historia, la Iglesia ha aprendido y defendido la libertad; unas veces, a trancas y barrancas, entre pecado y gracia, verdad y mentira, caminando y tropezando; otras, convencida sinceramente de que el que sigue al Maestro encontrará el camino, la verdad y la vida, y con ellos la libertad.
 
 
Juan Souto Coelho, miembro del Instituto Social León XIII.
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