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PROCREACIÓN Y FAMILIA

Pseudomatrimonio

Mis lectores están acostumbrados a que siempre digo pseudomatrimonio homosexual y nunca matrimonio homosexual. Es que, para los amantes de la libertad, la objeción de conciencia no es que sea algo simplemente irrenunciable, sino que es algo primordial, también en el lenguaje. Sí, el lenguaje es algo muy importante en la vida del hombre, pues es el lugar privilegiado para la expresión y comunicación de la verdad y, por ello, lo es también para la falsedad y la masificación. El hombre-masa es alguien despersonalizado, por tanto, alguien que ha delegado el ejercicio de su conciencia y cree lo que le dicen que se debe creer y habla como le dicen que se debe hablar.

Mis lectores están acostumbrados a que siempre digo pseudomatrimonio homosexual y nunca matrimonio homosexual. Es que, para los amantes de la libertad, la objeción de conciencia no es que sea algo simplemente irrenunciable, sino que es algo primordial, también en el lenguaje. Sí, el lenguaje es algo muy importante en la vida del hombre, pues es el lugar privilegiado para la expresión y comunicación de la verdad y, por ello, lo es también para la falsedad y la masificación. El hombre-masa es alguien despersonalizado, por tanto, alguien que ha delegado el ejercicio de su conciencia y cree lo que le dicen que se debe creer y habla como le dicen que se debe hablar.
Los promotores del matrimonio entre personas del mismo sexo
Pero un hombre auténtico es alguien de vigorosa personalidad y ésta sólo es posible sobre una existencia vivida en conciencia. Pero una vida así supone el esfuerzo de estar en la tensión de la permanente búsqueda de la verdad. Por eso cree en aquello que ha encontrado como sostén de su existencia y habla como expresión de la verdad hallada.
 
Por tanto, yo no puedo llamar matrimonio a lo que no lo es, por mucho que la presión social trate de imponérmelo. Ya sé que por esto algún adalid de la tolerancia me tendrá muy probablemente inscrito en alguna lista "oficial" de homófobos y fachas o, al menos, en la de homófobos potenciales. Pero no me importa, aunque me duela, porque yo tengo que dormir todas las noches con una señora que se llama conciencia y prefiero estar a bien con ella. Así pues, seguiré ejerciendo mi derecho a la objeción de conciencia anteponiendo el "pseudo", pues lo que quiero decir es que son matrimonios falsos. Desgraciadamente me sigue llamando la atención que muchos que opinan también así se dejen llevar por la trampa del lenguaje y usen indiscernidamente la terminología progresistamente correcta.
 
¿Por qué es una falsedad? Porque el matrimonio es una unión de vida y amor entre dos personas abierta a la procreación. Las uniones homosexuales son de suyo estériles, por eso no puede haber matrimonio entre ellos, lo que habrá será otra cosa. Esto es difícil de comprender en nuestra cultura porque, por un lado, se ha escindido la sexualidad de la procreación y viceversa y, por ello, el matrimonio ha quedado reducido, en la mentalidad imperante, a una relación entre dos personas en donde la posibilidad de formar familia es algo accesorio y perfectamente prescindible. Por otro lado, está el eje nihilismo-nominalismo-voluntarismo, todo ello asentado en un muy cultivado relativismo gnoseológico. Pero las palabras no son sin más un flatus vocis, sino que son el esfuerzo y el medio que el hombre tiene para comunicar a los otros la verdad. Por eso, como enseña Pero Grullo, ante realidades distintas usamos nombres distintos. Mas si hemos perdido la fe en que el hombre pueda conocer la verdad de lo que las cosas son y de lo que él debe hacer, entonces las palabras serán nuestro menor problema, porque lo único que valdrá será la voluntad y, en estos casos, siempre se impone la del más fuerte.
 
Pero, además de ser un problema sobre la verdad, es también un problema sobre la bondad, pues la una va siempre unida a la otra. La falsedad es siempre un mal y causa mal. En este caso, es un mal para el matrimonio y la familia, pues se devalúan, es un mal para el derecho de los niños a tener padre y madre, es un mal para los educadores, que tendrán que hacer juegos malabares para explicar la circularidad del cuadrado. Pero es también –me extraña lo poco que se incide en este punto-, un mal para los propios homosexuales, pues, como mínimo, les vamos a tener engañados y manipulados. Los homosexuales importan tan poco a nuestra sociedad, pese a lo que se diga, que lo más básico está por hacer y es preguntarnos qué es un homosexual. Aunque la cuestión es peor, pues muchos informes y estudios se ocultan a la opinión pública. Precisamente porque son personas, me importan los homosexuales, por ellos me importa la verdad y por ellos repudio el engaño. Pero junto a verdad y bondad está la belleza: me temo que estemos construyendo un mundo horrible.
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