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"FASCISMO" Y LA CONVIVENCIA

Saber perdonar y saber olvidar

¿Quiénes son hoy los fascistas? ¿Habrá fascistas en IU, en ERC, en el PP, en el PNV, en el PSOE...? El término fascista ha resurgido últimamente como insulto y descalificación. Lo dice mucha gente, sobre todo de izquierdas, para significar que los fascistas son los que no son de los suyos. Cualquier persona u opinión que les contradiga, denuncie o contraríe, recibe la burda etiqueta de fascista. Se da incluso el caso de un escribiente fascista, que se dedicó a cantar las excelencias de José Antonio Primo de Rivera y la victoria redentora del Caudillo Francisco Franco, y hoy, desde una columna de El País, alineado en la izquierda totalitaria, grita vivas a Stalin e insulta a una mujer demócrata, de gran trayectoria política.

¿Quiénes son hoy los fascistas? ¿Habrá fascistas en IU, en ERC, en el PP, en el PNV, en el PSOE...? El término fascista ha resurgido últimamente como insulto y descalificación. Lo dice mucha gente, sobre todo de izquierdas, para significar que los fascistas son los que no son de los suyos. Cualquier persona u opinión que les contradiga, denuncie o contraríe, recibe la burda etiqueta de fascista. Se da incluso el caso de un escribiente fascista, que se dedicó a cantar las excelencias de José Antonio Primo de Rivera y la victoria redentora del Caudillo Francisco Franco, y hoy, desde una columna de El País, alineado en la izquierda totalitaria, grita vivas a Stalin e insulta a una mujer demócrata, de gran trayectoria política.
Eduardo Haro Tecglen, noticia por llamar cristofascista a Esperanza Aguirre
La izquierda plural, moderada y totalitaria, en general, hunde sus raíces en el socialismo utópico y en el marxismo y, posteriormente, en las versiones históricas del socialismo, la social democracia, el comunismo y el maoísmo; en muchos casos, hay una izquierda que viene de un pasado macabro amasado con los ingredientes del totalitarismo, aunque hoy parezca lo contrario, porque, después de la crisis de los 80 y 90, florece a la sombra del gran capital, como decían los sindicalistas históricos Marcelino Camacho y Nicolás Redondo.
 
Ya en los años treinta del siglo pasado, época en la que los totalitarismos habían adquirido un auge demoledor, el Papa Pío XI condenó el fascismo de Mussolini con palabras claras y severas en la encíclica Non abbiamo bisogno, que escribió a los católicos italianos; y lo mismo hizo en relación al marxismo-leninismo y al nazismo dirigiéndose a los católicos, en general, y a los alemanes, en particular.
 
Me duele escuchar a jóvenes estudiantes, que apenas se han iniciado en el estudio de la Historia, repetir como loros adiestrados el insulto “fascistas”, ante cualquier cosa o decisión que no responda a sus impulsos, deseos o pequeñas tiranías. A los jóvenes, sobre todo, tenemos que recordar la amarga historia de los totalitarismos, contándoles la verdad, respetando la objetividad histórica y enseñando a discernir lo que fue radicalmente negativo y también lo que pudo haber de positivo. Hoy es prácticamente imposible que se repita el fascismo de Mussolini y el nacionalsocialismo o nazismo de Hitler. Sin embargo, subsiste el comunismo sanguinario y macabro, con el cual los que insultan con lo de “fascistas” se muestran muy condescendientes y aliados.
 
Corría el año 1986; los socialistas estaban en plena conversión al militarismo atlantista, después de haber engañado a la población con la propaganda “OTAN, de entrada no”. El Episcopado español publicó, entonces, la Instrucción “Constructores de la Paz”, un excelente documento que hoy necesitamos releer y tener en cuenta. Al hablar de nuestras dificultades internas para la convivencia, los obispos afirman que los españoles necesitamos saber con serenidad lo que verdaderamente ocurrió en los años amargos de la guerra civil. Los estudiosos de la historia tienen que ayudarnos a conocer la verdad entera acerca de los precedentes, las causas, los contenidos y las consecuencias de aquel enfrentamiento.
 
Por ello no dudan los obispos en “desautorizar los intentos de desfigurar aquellos hechos, omitiendo o aumentando cualquiera de sus elementos a favor de una posición determinada o en contra de personas, ideologías e instituciones. En ningún caso se debe utilizar una imagen distorsionada de lo ocurrido como argumento a favor o en contra de nadie en la actual situación española”.
 
Ante la irresponsabilidad de Zapatero de agitar el fantasma del peligro del fascismo, vale el aviso de “Constructores de la paz”: “tal procedimiento podría avivar los rescoldos de la división todavía no apagados del todo y perpetuar en las generaciones jóvenes actitudes de intolerancia de consecuencias insospechables”.
 
La calidad moral de las sociedades y de las personas no cambia con el cambio de los sistemas y de los gobiernos. Las expresiones ingeniosas de Zapatero: paz perpetua, diálogo-talante-ciudadanía, volver al corazón de Europa, alianza de civilizaciones..., no cambian nada, no mejoran nada automáticamente; y no tienen otra finalidad que enmascarar la incapacidad de un hombre y de un partido para ofrecer un proyecto de convivencia en un futuro de paz; sobre todo si les vemos retroceder en el camino y volver a exclusiones y enfrentamientos que ya dábamos por superados.
 
Sin olvidar la dureza de la persecución religiosa desatada en España desde 1931, en el documento citado, los obispos recuerdan a los católicos que tenemos una gran responsabilidad: que saber perdonar y saber olvidar, juntamente con la magnanimidad, sean el clima general de los nuevos tiempos.
Sólo el cambio en las mentes y en los corazones de las personas, la conversión en clave evangélica, puede regenerar la crisis que sufrimos de verdad, de confianza y de sentido.
 
Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social “León XIII”.
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