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JÓVENES Y RELIGIOSIDAD

Una encuesta entre copas

La coloreada luz de las vidrieras de las catedrales debe su singular belleza a que los maestros que las realizaron mezclaron metales nobles con el vidrio, permitiendo así que pasase cierto tipo de luz y no otra. Al parecer, según un informe de los investigadores A. Alau y N. Engheta de la Universidad de Pensilvania, algo similar se está utilizando en la búsqueda de la invisibilidad. Pero para hacer desaparecer a alguien no hay nada como silenciar sus palabras.

Filtrar la luz puede servir para crear belleza o para ocultar algo. Pues bien, las encuestas, de alguna forma, también nos filtran la realidad, porque en sus preguntas, en el modo de orientarlas, la atención queda focalizada en una determinada perspectiva. Pero no creo que esto sea un problema, salvo en los casos en que estén planteadas con ánimo de falsear la realidad. Las encuestas nos ofrecen unos datos, la clave está en saber aprovecharlos, pues, según cómo se haga la interpretación de los mismos, podemos engañar, engañarnos o ver las cosas con más claridad.
 
La Fundación BBVA, el pasado jueves 3 de marzo, presentó un estudio sobre los jóvenes universitarios españoles basado en tres mil entrevistas. Los resultados a mí no me han sorprendido, quien esté en contacto con la realidad se dará cuenta que grosso modo las cosas son así, los porcentajes tal vez se podrían discutir, puntillo arriba o abajo, pero en líneas generales no creo que a nadie le pille por sorpresa. La cuestión es qué partido sacarle.
 
El 52,4%, es decir, más de la mitad de los encuestados dice que no es nada religioso; el resto se considera, en alguna medida, religioso, lo cual no quiere decir que se considere católico, y, además, el grado de religiosidad entre los encuestados ofrecerá una gama muy amplia, desde el que simplemente hace cola para el Cristo de Medinaceli hasta el que del seguimiento de Jesucristo hace el centro de su vida. De esa mayoría que en nada se considera religiosa, ¿cuántos han recibido la Confirmación? ¿Y cuántos de los de religiosidad difusa? Según el canon 889.2 del Código de Derecho Canónico, lícitamente la recibe quien "esté convenientemente instruido, bien dispuesto y pueda renovar las promesas del bautismo".
 
El 78% del total declara haberse educado en un entorno católico, lo cual quiere decir que un 22% no. ¿Cuántos de estos han sido bautizados? Pero si apretamos un poco, nos damos cuenta de que eso del entorno católico es algo de una gran indefinición, puede ser una familia que mantenga una religiosidad de barniz católico o una en la que el Evangelio defina la vida. ¿Cuántos de los de entorno católico difuso recibieron el bautismo? El caso es que el canon 868.1 en su segundo punto dice que, en el caso de los niños, para que el bautismo sea lícito se necesita "que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica".
 
Con una puntuación de 0 a 10, cuestiones morales relevantes obtienen las siguientes calificaciones: convivencia antes del matrimonio, 8,8; pseudomatrimonio homosexual, 7,9; "eu"-tanasia, 7,5; aborto, 7; adopción por parejas homosexuales, 6,8. De los que dicen tener algún tipo de identificación con la Iglesia Católica, el 45% considera que su doctrina en cuestiones sexuales es anticuada, no que sea verdadera o falsa, sino anticuada. Ser católico supone un modo de vivir que viene definido por unas creencias, un querer obrar de una manera, unas celebraciones y un modo de orar, que se han mantenido idénticos durante dos milenios. Los elementos accidentales han cambiado y cambiarán siempre, pero lo esencial, como ocurre con cualquier realidad, se mantiene, pues, si no, ya no hablaríamos de que la Iglesia es Apostólica, es decir, que mantiene su identidad con la Iglesia de los Apóstoles, que es la que fundó Jesucristo, sino que sería otra cosa. Quizás algo falle en la Iglesia cuando no pocos parecen no tener muy claro qué es ser católico y qué no lo es, tal vez el decir al que no lo es que no lo es.
 
Lo que hemos dicho, a partir de una encuesta a los estudiantes universitarios, se podría decir, sobre poco más o menos, de la mayoría de los estratos de la sociedad. Creo que una magnífica ilustración de lo que vengo diciendo es la película de Alexander Payne Entre copas: la escena de la boda lo dice todo.
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