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CATÓLICOS EN LA TIRANÍA COMUNISTA

Vía Crucis en chino

En la ciudad de Nanning, en la región sureña de Wuangxi, ha fallecido a los 103 años de edad Monseñor Joseph Meng, el obispo más anciano de China. Las fuentes conocedoras de aquella Iglesia destacan que fue un pastor humilde con una vitalidad extraordinaria, a pesar de los 25 años que pasó en los campos de trabajos forzados del régimen comunista.

En la ciudad de Nanning, en la región sureña de Wuangxi, ha fallecido a los 103 años de edad Monseñor Joseph Meng, el obispo más anciano de China. Las fuentes conocedoras de aquella Iglesia destacan que fue un pastor humilde con una vitalidad extraordinaria, a pesar de los 25 años que pasó en los campos de trabajos forzados del régimen comunista.
Los católicos, perseguidos en China

Fue ordenado obispo en 1984, con autorización de la Santa Sede, a la que siempre permaneció fiel; sin embargo, para evitar problemas a su comunidad diocesana, siempre firmaba los documentos como sacerdote, y sus fieles le denominaban lao shenfu (sacerdote más anciano). Su vida heroica, su dedicación a la causa de Cristo y su propia muerte son una parábola de la dura vida de la Iglesia tras la cortina de bambú.

Durante estos días las historias sobre el obispo Meng corren de boca en boca entre los sufridos católicos chinos, al tiempo que llegan nuevas noticias de detenciones y deportaciones: la semana pasada, nueve sacerdotes fueron apresados por la policía en la provincia central de Hebei, auténtico bastión de los católicos que se resisten al control del Régimen. Pero las noticias de este tipo forman un auténtico rosario sin final, y tras la tímida esperanza que se detectaba entre los observadores de la realidad china a finales de 2005, hoy gana terreno el pesimismo.

Joseph Zen, cardenal de Hong KongEl más autorizado de esos observadores, el cardenal de Hong Kong, Joseph Zen, reconocía recientemente a la agencia Asia News que, humanamente hablando, no contempla vías de salida para la situación de la libertad religiosa en China. El comentario del cardenal Zen llegaba al día siguiente de la alocución en la que Benedicto XVI recordó el valor del martirio en la vida de la Iglesia, y rindió homenaje a aquellos católicos que todavía hoy, sufren a causa de su fidelidad a la Sede de Pedro, sin ceder a la tentación del compromiso. No hay duda de que el Papa se refería a la llamada "Iglesia subterránea", que continúa su particular vía crucis en China. Es cierto también que Benedicto XVI ha mostrado en otras ocasiones su comprensión ante las dificultades que deben sortear los católicos chinos, y ha extremado la delicadeza a la hora de enjuiciar situaciones dolorosas en las que muchos se ven envueltos con un margen de libertad difícil de calibrar desde occidente, por ejemplo las recientes ordenaciones ilegítimas de obispos, sin permiso de la Santa Sede.

El comentario del cardenal Zen, destinado a llegar a todas las comunidades católicas (oficiales y subterráneas) de China, no ha podido ser más elocuente: "un compromiso es un compromiso, pero no puede durar para siempre; estar en comunión con el Papa y al mismo tiempo permanecer en una iglesia que se define independiente es una contradicción, aunque la magnanimidad de la Santa Sede tolere esta situación". El purpurado de Hong Kong tiene claro de que ha llegado la hora de romper esos compromisos y vivir a plena luz del día la comunión con toda la Iglesia y con su Pastor universal.

Hacemos este análisis cuando quedan diecinueve meses para la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín en agosto de 2008, y la pregunta es: ¿Se celebrará el gran festejo mientras la policía china continúa deteniendo obispos y sacerdotes? ¿Colocaremos laureles a los atletas bajo una gran sonrisa oriental, mientras algunas personas se pudren en los lager? ¿Continuarán las razias en el Hebei, mientras un Pekín colorido y risueño se pone la máscara del progreso y la libertad? En la prensa, silencio espeso, entre los intelectuales, amable distracción... y las cancillerías occidentales, tan diligentes en otras ocasiones, ¿no deberían hacer algo más que mirar para otro lado?

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